El Valencia CF es tan extraño que hasta resulta precisamente extraño que el presidente se siente a trazar la planificación de la futura plantilla con sus dos principales ejecutivos del área deportiva, que ahora mismo son el entrenador, Javi Gracia, y el secretario técnico, Miguel Ángel Corona. Algo que ocurre con normalidad en todos los clubes, o en muchos porque tampoco se puede decir en todos, y que han hecho siempre en el propio Valencia CF otros presidentes. Obviamente Anil Murthy, se llamen como se llamen.

Está ahí, eso sí, para poner sobre la mesa las líneas rojas que establecen la propiedad y la economía, porque las hay, dos aspectos que lo van a condicionar todo pero que no descartan que se pueda confeccionar una buena plantilla a la que el entrenador, que para eso está, saque todo el jugo y logre buenos resultados. Desde luego, no será la primera vez ni la última que así sea.

Y esas líneas rojas de la propiedad están bastante claras, hay futbolistas que tienen que salir porque el Fair Play Financiero no va a soportar su coste con la reducción de ingresos que se avecina, por las razones que ya conocemos y no es necesario volver a nombrar, y hay otros sobre los que existe el convencimiento de que han cumplido un ciclo en el Valencia CF. Dentro del club, y en esto podemos estar de acuerdo o no, ese convencimiento se basa en cerrar en la medida de lo posible la etapa Marcelino García Toral, cosa que no pudieron hacer con Marcelino García ToralCelades. Javi Gracia, según la manera de ver las cosas de Meriton y con la experiencia de lo vivido en los últimos meses, debe empezar de cero para que esto funcione. A partir de ese punto hay cosas que se pueden entender más y otras menos, sin ir más lejos lo de Coquelin.

Salga quien salga en las próximas semanas, y el plan es que salgan muchos, el Valencia CF es un club histórico, sus actuales responsables tienen la obligación de actuar en consecuencia a las necesidades de la sociedad, tomar decisiones difíciles y muchas veces impopulares, pero también de ser elegantes y respetuosos con los futbolistas que han defendido la camiseta con orgullo, sobre todo aquellos que llevan años y se puede decir que han marcado una época, más allá de las discrepancias que hayan surgido en este camino. No se pueden repetir episodios como el de Garay.