Coincidencia macabra. Un 11 de septiembre, casi a la misma hora que Marcelino abandonaba la ciudad deportiva un año atrás, Javi Gracia rompía su silencio de los últimos dos meses para poner el grito en el cielo por la incomprensible planificación deportiva del Valencia CF. Ya no es que hayan vendido a jugadores muy importantes, algo para lo que ya venía preparado. Ni siquiera que no le hayan traído un solo fichaje, lo que revela esta explosión verbal es que el entrenador ya no entiende ni desde luego comparte las explicaciones que le está dando el presidente para no reforzar el equipo. Si alguna vez lo tuvo, ha perdido el miedo. Ya advirtió que no es un funcionario, que es un entrenador, y lo ha demostrado la primera vez que le han puesto delante un micrófono de verdad.

El valencianismo, dentro de lo que cabe, está de enhorabuena. Primero porque lo que queda del equipo está en buenas manos y porque Gracia demuestra una ambición muy por encima de Meriton, y segundo porque Anil Murthy es el gran perjudicado por el estallido del entrenador que le puso sobre la mesa a Peter Lim.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.