Hay muchas maneras de ver un partido y un resultado. Podemos decir que el Valencia CF empató con el Getafe de milagro o que estuvo muy cerca de haber ganado 2-0, y las dos cosas serían igual de ciertas. No es que no importe ganar, empatar o perder, al final es lo único que tiene un reflejo inmediato en la clasificación, pero la respuesta de los jugadores, del equipo, sí importa y mucho. Comprobar que pueden dar mucho más de sí incluso después de perder otro futbolista, también.

Aunque, quizá, haya que detenerse en el entrenador, porque es posible que lo hayamos dado por muerto antes de hora y empieza a dar señales de que está vivo. Si me echan, que sea por señalar al presidente y a la propiedad, que son los que han desmantelado el equipo, y no por perder partidos o no sacar el máximo rendimiento a lo que hay.

La explosión de Yunus le va bien, lo mismo que el compromiso y la exigencia de los jugadores en el partido, siempre que sea algo que vaya a tener continuidad. Lógicamente su margen de error es mucho menor que el de los que le han precedido, cualquier detalle, como vimos, echa el traste todo el trabajo. Pero detrás del equipo están él y sus decisiones. Como decía Bordalás días atrás, el trabajo y la intensidad son innegociables, pero después hay que hacer muchas otras cosas bien para ganar.