Para llegar a un partido así el Levante había tenido que obrar antes un milagro tras otro. Sin embargo, todo tiene unlímite y fue ayer.Y eso que Sergio Ballesteros pegó un zapatazo a última hora para resucitar a un muerto. Pero no. El Levante se murió en la orilla tras forzar la prórroga por culpa de una acción aislada de Natcho, que habilitó a Rondón con un pase imposible, pero sobre todo por su falta de gol en un partido entumecido por el frío y la ausencia de peligro. Consistía esta vez el milagro en sobreponerse a la espantada de Oba, que tenía viciada de principio a fin la eliminatoria, y lo cierto es que pese a hacer de tripas corazón pasó lo que se temía.

El Levante se tiró 100 minutos a un sólo gol de los cuartos de final de la Europa League,pero sin nadie que lo marcara. No fue el hombre Acquafresca, tan fuera de órbita como estuvo el día que espantó a la parroquia granota en Mestalla. Ni a falta de pan tampoco salió bueno Valdo, que a la fuerza tuvo que pasar de la grada al partido más importante de la historia en cuatro días. Que Iborra, en especial porque él precisamente era quien parecía como predestinado a otra gesta desde el momento en el que asomó cojeando por el hall del hotel antes de ir al estadio.

Un dedo del pie roto convertía a Ibo en candidato número uno a héroe, y eso que a primera vista tenía más pinta de descarte de última hora que de cualquier otra cosa. Era a base de sufrir y de apretar los dientes como los granotas habíuan llegado a Moscú y por tanto era así también como había que jugar anoche sobre un campo impracticable que benefició físicamente a los tártaros y perjudicó las posibilidades técnicas de los azulgranas con el balón.

Era un duelo táctico de cabo a rabo, el Levante contra Levante que decía Juan Ignacio, su presencia fue clave, sobre todo en el balance defensivo. Del umbral de dolor de su dedo fracturado dependió el equilibrio granota, que tan sólo se resquebrajó cuando yendo a la desesperada el Rubin Kazán lo pilló a la contra y lo fusiló contra el paredón.

Frío, nieve y entumecimiento

En un escenario fantasmagórico como el del Luzhniki, que sin público y con un anillo de nieve estaba justo en las antípodas del infierno ateniense del que venía, el Levante se encomendóa su entramado defensivo para pasar de ronda y en ese sentido el plan sí que pudo haber salido. Ante un Rubin que fue como una fotocopia, la portería se quedó de nuvo a cero hast ala prórroga, ninguna casualidad para el choque que plantearon JIM y aún más Berdyev, que priorizó descaradamente no recibir gol a hacerlo y que ni siquiera asumió riesgos en los cambios.

Sólo al filo ya del extra el régimen casi soviético del singular Berdyev dio paso a un gélido intercambio de golpes al contragolpe. Sin llegar a descomponerse, el Levante sacó el chuchillo para aprovechar los mínimos espacios que le concedían. Sin embargo, el gol no rondó la portería de Ryzhikov sino la de un Keylor providecial que lo paró todo y que hasta ese momento solo había sufrido con los fuera de juego que se tragaron los árbitros macedonios.

Se terminó la historia para el Levante, que volverá a la Liga con la necesidad de superar el cansancio acumulado para ir asegurándose la salvación y con la agridulce sensación de abandonar Europa cuando tan verdad es que no fue inferior al Rubin en ninguno de los dos partidos como que le penalizó no marcar en ambos. En el primero disfrutó ed bastantes ocasiones para hacerlo y en el segundo la jugada que estuvo esperando nunca llegó. El siguiente milagro es volver a la competición que más gloria le ha dado en toda su historia y en la que ha sido un mazazo caer eliminado por las esperanzas que había depositadas en ella. Otra vez será.