El Levante recuerda con añoranza su histórico ascenso a la máxima categoría del fútbol español en el día de su décimo aniversario. En aquella jornada, las emociones desde la perspectiva levantinista tuvieron unas dimensiones incalculables. Desde la euforia de tocar el cielo de la Primera División hasta la felicidad de haber logrado una gesta que, a principios de temporada, era impensable. Todo ello, a costa de un Castellón que fue una de las cruces de aquella edición por sus malos resultados. Una dinámica que sufrió, en primera persona, uno de los integrantes de la actual plantilla granota mientras empezaba a pincelar su trayectoria deportiva.

Toño García fue testigo de cómo el conjunto de Orriols subió a la élite futbolística a nivel nacional. A sus, por aquel entonces, 20 años de edad, participó en el encuentro que cambió el devenir de la entidad azulgrana mientras él intentaba hacerse un hueco en el mundo del fútbol. Aquella temporada, fue a caballo entre el filial del conjunto castellonense y el primer equipo, y llegó a disputar 542 minutos repartidos en diez encuentros. Pese a ello, no pudo evitar el descenso a Segunda B de la entidad albinegra, que consumó su cambio de categoría quedando último en la tabla y sumando la pobre cifra de 33 puntos.

No obstante, el destino quiso que los caminos de ambas figuras se uniesen cuatro años más tarde. Después de pasar por el Villarreal B, el Sabadell (aunque una ruptura del ligamento cruzado hizo que solo jugara un partido) y el Recreativo de Huelva, el club granota lo firmó y, a día de hoy, es uno de los hombres más veteranos y emblemáticos de la entidad.