E l primer impacto en el partido era importante para el Levante por muchos motivos. Por intimidar al Athletic, para ganar confianza y equilibrar con el fútbol la falta de experiencia y por intentar marcar el primer gol de la eliminatoria. Paco tiró de pizarra y consiguió todo eso en una primera parte soberbia en todos los sentidos. El 4-1-4-1 dibujó un trivote en el centro del campo y lanzó una declaración de intenciones a Marcelino García Toral. El análisis es profundo y además da la razón a la idea de partido de Paco López, una de las claves de la ida de la eliminatoria.

El técnico eligió un plan A más parecido al de LaLiga. Con Coke en lugar de Miramón y Cárdenas, soberbio una vez más, por Aitor, pero por nombres repleto de titulares. Eso sí, en forma y fondo distinto a lo habitual. El técnico apostó por el 4-1-4-1 con Radoja como ancla y Melero-Bardhi como interiores. Una pirámide que se explica desde el objetivo de anular a Raúl García, las diagonales de Muniain y la influencia de los laterales. ¿Cómo se logró todo eso?

Con Melero y Bardhi haciendo de interiores, esas ‘venidas’ de Raúl García en corto -sobre todo en el perfil izquierdo levantinista- en el teórico intervalo pivote y hombre de banda se tapaban con la presencia de un interior. El pase desde los centrales o por parte de Unai Vencedor casi nunca llegaba al segundo punta, que acabó desesperado el primer tiempo. Con la figura de ese interior Paco potenció la segunda parte de ese entramado:cortar las alas de los laterales. En ese 4-1-4-1, que dibujaba en ocasiones una línea de cinco medios en defensa, Morales estaba permanentemente pendiente de Capa y Clerc con De Marcos. El Comandante no tenía que acudir tanto hacia dentro porque ya había varios hombres en esa zona y podía estirar más por fuera para tapar. Es decir, estar más cerca de los laterales. Y por último, el factor Muniain. Desde la llegada de Marcelino el jugador rojiblanco empieza en izquierda pero acude mucho hacia dentro. Y ahí había pleno de hombres granotas. Eso lo que corresponde a fase defensiva.

En ataque, uno de los objetivos del trivote era poder estirar más a Melero. Que el jugador fuera consciente de que en caso de pisar frontal, Bardhi podía volver y Radoja estaba fijo. Con Roger como único hombre adelantado el resto tenía como misión recuperar zona. Y eso dio resultado. El centrocampista fue el autor del gol apareciendo de la nada. De manera sigilosa y en silencio. Falló en el primer remate pero a la segunda no lo hizo. Y llegó el 0-1 que desató la locura en el campo y en el levantinismo. Porque la puesta en escena fue de las que imponen y generan confianza. Si el Athletic tiene más experiencia en estas noches. El Levante lo equilibró desde la táctica.

Otro partido distinto en el segundo tiempo

El Athletic no perdona momentos de dudas. Por eso tal vez, a diferencia del día del Villarreal, el plan A inicial era claro. Titulares salvo Coke y Cárdenas, que de nuevo dio un recital. En el segundo tiempo se vio que el banquillo dio alas al cuadro de Marcelino, que cambió completamente su cara en esos cuarenta y cinco minutos finales. Por contra, la salida de Melero del terreno de juego, el cansancio lógico y el empuje rojiblanco equilibraron la balanza. Al equipo le costó mucho más pisar campo rival y sobre todo aproximarse al área de Unai Simon. Malsa apareció al lado de Radoja, Son entró para buscar mayor presencia o tener más amplitud en ataque pero no se logró, Rochina para tener algo más de balón pero sin excesiva fortuna y Dani Gómez para pelear con los centrales como estaba haciendo Roger. Al final, Vezo también apareció para tener esa defensa de tres en un plus de juego aéreo dentro del área. Y dio resultado. En definitiva, primera parte sobresaliente y ejercicio de supervivencia en el segundo. Y objetivo conseguido: salir con opciones y algo positivo de San Mamés. Ahora a esperar a la vuelta.