Situación grave y dinámica de descenso

El cuadro levantinista se desangra sin freno tras caer cruelmente en Mendizorroza. Trece jornadas sin ganar rememoran los tiempos más críticos vividos en Orriols en el pasado

El gol de Joselu desde el punto de penalti hizo que el Levante se desdibujara y facilitase al Alavés el camino de la remontada.

El gol de Joselu desde el punto de penalti hizo que el Levante se desdibujara y facilitase al Alavés el camino de la remontada. / EFE

Rafa Esteve

Rafa Esteve

El contexto en el que se encuentra el Levante recuerda a las épocas más negras de toda su historia. A tiempos de incertidumbre, tensión, malestar, desasosiego y, lo peor de todo, a descensos. Caídas a los infiernos después de remar con el viento en contra y de ánimos que fueron distorsionados con el transcurso de las jornadas. Pese a que el foco de las esperanzas estuvo depositado en el encuentro contra el Alavés, Mendizorroza clavó una nueva estaca en la autoestima levantinista con una de las derrotas más dolorosas de la temporada, mediante un Joselu que, con su diana en el descuento tras empatar el compromiso liguero minutos antes desde el punto de penalti, vapuleó a un Levante que cada vez tiene menos margen de reacción. Tras trece jornadas disputadas en LaLiga Santander, el conjunto de Orriols no tiene ninguna victoria en su cuenta particular y la distancia para salir de la zona de descenso está a más de un partido. Una serie de circunstancias que etiquetan la situación del Levante como un auténtico drama.

Sin embargo, la realidad dicta que los detalles y la toma de decisiones marcan la diferencia. Un círculo vicioso que no deja de perjudicar a un equipo que sigue sin levantar cabeza. Si ante el Granada un fallo de marca y dos cesiones erróneas condenaron a los granotas, frente al Alavés el penalti (infantil en incluso imperdonable ), la mala gestión de los cambios y la falta de contundencia a la hora de conservar resultados en los últimos compases de partido llevó al Levante por el mal camino. Hasta el momento en el que Cordero Vega señaló el punto fatídico, los de Javi Pereira controlaron los distintos escenarios que dio el enfrentamiento, actuando con cabeza y aprovechando sus momentos con confianza y tranquilidad, pero el empate, golpe demoledor en la moral levantinista, volvió a bloquear a una plantilla lastrada por la situación que vive. 

Pereira, contra el Alavés.

Pereira, contra el Alavés. / EFE

Independientemente de culpables y soluciones que saquen al Levante de la crisis, echar la vista atrás hace que el optimismo decaiga. La racha invita, a los más pesimistas, a otear un descenso. No en vano, los números fueron más favorables en las veces que se bajó de categoría. El equipo que quedó último en la temporada 2015-2016 tuvo cuatro puntos más que el actual a estas alturas y supo lo que era ganar en dos ocasiones. El que descendió en 2008 contempló una unidad más en su casillero, aunque registró dos triunfos finalizada la decimotercera jornada. Sin embargo, el Levante que bajó en 2005 es un caso excepcional. Tras acabar la primera vuelta con veintiún puntos, fue menos contundente en la segunda y terminó el año en puestos de castigo.

Para más inri, en lo que va de siglo, solo un equipo consiguió permanecer en la élite después de acabar la jornada trece con seis puntos. Fue el Alavés en la temporada 2017-2018, y acabó en la decimocuarta plaza con cuarenta y siete puntos. De hecho, tras caer derrotado en la decimotercera jornada, despidió a Gianni De Biasi y cambió de entrenador con la contratación de Abelardo. El Leganés, hace dos cursos, estuvo a punto de quedarse en Primera después de sumar seis puntos en la fecha trece de campeonato, pero se quedó a un gol de la hazaña. No obstante, y por contra, ningún equipo que estuvo trece jornadas sin ganar logró salvar la categoría. Granada (16-17), Córdoba (14-15) y Real Sociedad (06-07) son los precedentes.

De esta manera, el Levante está obligado, por lo civil o por lo criminal, a no fallar más veces. A ver luz al final del túnel y pensar que las victorias están en su mano. Después de entrenar en las instalaciones de la Ciudad Deportiva de Buñol mañana lunes, a partir del martes el equipo levantinista llevará a cabo una concentración en el Saler que servirá de catarsis para curarse las heridas y recuperar la autoestima perdida. Tiempo de reflexión con la atención depositada en el importantísimo duelo ante el Athletic.