Alessio enseña su libreta con su futuro todavía por resolver

El italiano, a falta de saber la decisión que tomará el Consejo de Administración, utilizó un 4-3-3 con cambios en la medular y sin tocar nada tanto en ataque como en defensa

Alessio Lisci, en su estreno en el banquillo del Levante UD.

Alessio Lisci, en su estreno en el banquillo del Levante UD. / Francisco Calabuig

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Alessio Lisci, a falta de saber cuál será la resolución del club en torno a su situación al frente del primer equipo, tuvo la oportunidad de mostrar a los ojos de un club de Primera División cuáles son sus credenciales dirigiendo en un banquillo de élite. Después de una década manejando esquemas y tratando con futbolistas jóvenes en la factoría de Buñol, el entrenador italiano vivió una jornada para el recuerdo pese a que el resultado no solo no fue el deseado, sino que complica, más si cabe, una salvación que es cada vez más empinada. Pese a ello, el interino procedente del filial apenas movió piezas, aunque sacó a relucir un banquillo que, en el último encuentro de Javi Pereira, quedó prácticamente en vano al utilizar solamente a Roberto Soldado. 

En un esquema trazado desde un 4-3-3, Alessio Lisci solo modificó a dos futbolistas según lo visto en alineaciones anteriores. Pepelu y Radoja fueron las novedades en detrimento de Malsa y Bardhi. Sin embargo, el nacido en Roma tuvo claro los motivos de sus variaciones y comentó que la hizo en función de las exigencias del adversario. «La decisión de la alineación sale del tipo de juego que emplea el Osasuna. Pepelu tenía que asumir un tipo de posición y a raíz de la posición de Pepelu colocábamos a Campaña. Con Radoja he tenido la duda porque todos los mediocentros se merecían jugar, y pensaba que Radoja era el más complementario con Pepelu en este tipo de partido. Necesitaba más dinamismo al lado de Pepelu», reconoció Alessio Lisci en la rueda de prensa posterior el duelo liguero del domingo ante Osasuna.

La decisión de la alineación sale del tipo de juego que emplea el Osasuna. Pepelu tenía que asumir un tipo de posición y a raíz de la posición de Pepelu colocábamos a Campaña.

Alessio Lisci

— Entrenador del Levante UD

No obstante, Alessio Lisci también reforzó posiciones, sobre todo en la retaguardia al tener una línea ofensiva definida. La pareja Vezo-Mustafi volvió a dar síntomas de crecimiento, con el alemán ejerciendo de líder tanto a la hora de corregir a su compañero y de instruir al resto de sus compañeros en la salida de balón. Otro de los beneficiados fue Cárdenas, quien, por tercera vez esta temporada ante la destitución de Javi Pereira, se ha tenido que ganar nuevamente el puesto. El meta de Terrassa apenas tuvo que intervenir, pero se le vio con confianza y seguridad en la toma de decisiones.  

No en vano, los cambios que realizó desde el banquillo tuvieron la intención de refrescar piernas y variar poco el planteamiento inicial. Todos fueron por elementos naturales, aunque la entrada de Bardhi fue para caer a banda izquierda y dinamizar el juego desde el carril zurdo, aprovechando las subidas de Clerc. Concretamente, las variaciones fueron las de sacar a Roger, Pepelu, Radoja, De Frutos y Carlos Clerc e introducir a Soldado, Malsa, Enis Bardhi, Franquesa y Cantero. Los dos últimos, para profundizar y subir una marcha más en términos de verticalidad, aunque el lateral salió con el tiempo justo para repercutir en el juego. No en vano, rompió una lanza a favor del ‘29’, quien entró en el ostracismo mientras Pereira estuvo en el cargo.

En la primera toma de contacto de Alessio Lisci con la élite del fútbol nacional de la mano del Levante, el entrenador del filial asignó una identidad al equipo. No desistir y no acabar siendo dominados ni encorsetados por el rival. No en vano, fue insuficiente para salir victorioso. A falta de conocer si habrá fumata blanca en las oficinas del Ciutat de València, el italiano seguirá trabajando en que la primera plantilla, con el foco depositado en el duelo contra el Espanyol, logre un triunfo que elimine rencores y sirva de bálsamo para mirar al futuro con optimismo y con la mentalidad de que la permanencia es posible, más allá de que solo se hayan sumado ocho puntos de cuarenta y ocho y el margen de fallo sea mínimo.