En medio de las montañas del Principado de Andorra, y a 443 kilómetros de su Burjassot natal, uno de los mayores talentos de la escuela granota en su toda historia cumplió el sueño que persiguió desde que se empeñó en dedicarse al arte de defender. Sergio Ballesteros nunca olvidará su primera puesta en escena con el primer equipo del Levante. Fue hace casi 28 años, después de superar la mayoría de edad y a través de un encuentro donde el conjunto de Juande Ramos no solo salió victorioso, sino que empezó a demostrar su dominio en la categoría de bronce del fútbol español. Sin duda, supuso el punto de partida hacia una trayectoria laureada a nivel nacional, que empezó en Orriols, siguió en Tenerife, en el Rayo Vallecano, en el Villarreal y en el Mallorca, y que culminó con su regreso al Levante para llevarlo a lo más alto. Por ello, aquella tarde en Andorra es inolvidable para Sergio Ballesteros. 

«Recuerdo mi debut con el Levante con muchos nervios y, sobre todo, con mucha responsabilidad. Que te llame el club para jugar de titular... Tienes que estar a la altura. Pese a ello, salió todo redondo. Debuté, hicimos un gran partido y ganamos con remontada incluida. De una manera u otra, empecé una carrera de la que me siento orgulloso», rememoró el eterno capitán en SUPER, mientras recordó a un equipo que pisó fuerte en Segunda División B. En las primeras 19 jornadas de la temporada 94/95, con Juande Ramos a la cabeza, el Levante ganó todos los partidos salvo tres: dos empates (Girona y Alcoyano) y una derrota (Ontinyent). «Éramos un equipo muy potente de Segunda B, una plantilla muy buena», dijo. No en vano, aquel famoso encuentro contra el Écija les arrebató el ascenso en el último suspiro.

Sin embargo, el salto de Ballesteros al primer equipo se realizó en un abrir y cerrar de ojos. No le hizo falta pasar por el aro del filial. Tras brillar en el Juvenil División de Honor, Juande Ramos le esperó, a sus 19 años, con los brazos abiertos. Y aunque le costó tener protagonismo al inicio del curso, el paso del calendario le brindó más minutos en la retaguardia levantinista. El entrenador manchego, en los primeros coletazos de su carrera deportiva, fue trascendental en su progresión. «Juande (Ramos) era un entrenador que siempre me transmitía que estuviera tranquilo. Me daba confianza». Además, sin arrugarse pese a su temprana edad e inexperiencia. «El Ballesteros que volvió al Levante en 2008 fue el mismo que debutó en Andorra. Ya tenía mucho carácter por aquel entonces. Eso no cambió nunca. Siempre cuesta un poco, pero con Juande fue más fácil. En la primera vuelta entré poco en el equipo, pero en la segunda jugué mucho más. Una vez empecé a entrenar con el primer equipo me hice sentir como uno más. Tenía que ganarme el puesto como sea y dar lo máximo en el campo y entrenando. El entrenador era el que decidía, pero me dedicaba a darlo todo. El objetivo era intentar aprovechar las oportunidades al máximo», comentó el central en SUPER. 

Sergio Ballesteros, casi tres décadas después de aquel 13 de noviembre de 1994 en Andorra, lidera la 'Figura de Identidad' en el organigrama de la cantera del Levante. Y a pocas horas de que conjunto de Mehdi Nafti pise territorio andorrano, pide paciencia, tranquilidad y, sobre todo, fe en un equipo diseñado para ascender pese a que le esté costando arrancar en la categoría. Curtido en mil batallas y en múltiples contextos, el eterno '18' confía en el primer equipo y pone el foco en el mes de mayo, escenario donde se consiguen los objetivos. «Importantes van a ser todos los partidos de liga. Es un tópico, pero es verdad. La Segunda División es muy larga. Van a haber momentos complicados, rachas buenas, rachas no tan buenas... Lo que hay que tener es paciencia con el equipo. Muchos jugadores nuevos que han llegado este año se tienen que adaptar a todo. También los que no conocen la categoría. Mucha parte de la plantilla llevaba tiempo jugando en Primera. Vamos a tener paciencia y tranquilidad. Es una plantilla muy competente para Segunda. Falta encadenar victorias y que los jugadores se sientan importantes. Hasta mayo aún queda», finalizó un Ballesteros feliz, capacitado para estar a la altura de su cargo y para poner en valor tanto el trabajo de la cantera como el de los canteranos, pero sin olvidar sus inicios en Andorra.