La montaña del ascenso a Primera

Sin ser un duelo a vida o muerte, el conjunto de Nafti tiene el deber de asaltar el campo del Andorra para dejarse de rodeos en la categoría de plata

Mehdi Nafti, ante los síntomas de intranquilidad, pone la mano en el fuego por su plantilla, a la que pone en valor y admira cómo trabaja en el día a día.

Mehdi Nafti, ante los síntomas de intranquilidad, pone la mano en el fuego por su plantilla, a la que pone en valor y admira cómo trabaja en el día a día. / LUD

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Todos los partidos, y más en Segunda, cuentan con la misma importancia independientemente de cuál sea el tramo de competición en el que se encuentre. Pese a que los objetivos se consigan en el mes de mayo, la carrera de fondo hacia la meta exige constancia y fortaleza. Con sus altibajos y con sus subidones, pero con la sensación de que el trayecto, además de ser el correcto, no tiene baches. En ese contexto se encuentra el Levante, cuya vestimenta en el escaparate de la categoría de plata del fútbol español luce por sí sola, ante la calidad que atesora su plantilla, pero que necesita que su trabajo diario se refleje no solo en los puntos, sino también en la tabla clasificatoria.

El empate contra el Burgos, sumado a la derrota ante el Cartagena, empezó a despertar los primeros síntomas de nerviosismo en un levantinismo que no quiere perder el tiempo. Que tiene la ilusión de verse dominando en Segunda División más pronto que tarde. La undécima plaza, y los diez puntos de 21, son el motivo de la intranquilidad, pero también el punto de partida para que el Levante esté considerado entre sus rivales, además de por su alto nivel, por adquirir terreno en la parte alta. Por ello, la octava jornada de LaLiga SmartBank le da al combinado de Mehdi Nafti el beneplácito de corregir, despejar dudas y del ver el futuro con esperanza y optimismo. Los ingredientes de la victoria, tan reconfortante como sanadora. 

Sin embargo, el Nacional de Andorra no es una plaza sencilla para torear. Aderezado con el sello del Gerard Piqué empresario, quien saldó la deuda del club y asumió prácticamente la totalidad de su poder, el estadio andorrano, tal y como han indicado los dos encuentros que acogió hasta la fecha, es un escenario complicado. Si no, que se lo pregunten al Eibar y al Granada, dos candidatos a estar el año que viene en la élite, ya que sucumbieron entre las montañas del Principado (2-0 el conjunto armero y 4-0 el combinado andaluz)

Para más inri, la plantilla dirigida por Eder Sarabia se sitúa por delante de los granotas pese a que, a priori, su objetivo no sea el de militar la próxima temporada en Primera División. No obstante, el potencial económico que recogen, debido al respaldo de Kosmos, puede tapar la candidatura de un club que, tras el acuerdo con la empresa del central culé, sueña con grandes gestas. «Esta inyección de capital da un giro de 180 grados al club. El objetivo de llevarlo a la élite», aseguró Albert Ferré, expresidente del Andorra, cuando el jugador del Barça lo compró en 2018.

Sin Rober Ibáñez, quien arrastra un fuerte golpe de El Plantío, sin Campaña, al que se le espera ante el Racing, y sin Mustafi, el Levante acepta el desafío de asaltar el escenario andorrano para dejar de lado la incertidumbre y para creer en su etiqueta de favorito. Porque, aunque los objetivos se logren en mayo, las victorias no debe demorarse más en el tiempo.