Con el orgullo intacto (0-2)

El Levante, que por momentos se vio tumbando a los de Diego Pablo Simeone, se despide de la Copa del Rey después de haberle jugado de tú a tú a todo un Atlético de Madrid

Valencia. Partido de Copa del Rey Levante UD vs Atletico de Madrid

Valencia. Partido de Copa del Rey Levante UD vs Atletico de Madrid / JM Lopez

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Una vez el Levante supo de buena tinta quién sería su rival en los octavos de final de la Copa del Rey, nunca se arrugó a pesar de tener que lidiar con uno de los clubes más potentes de Europa. La grandeza, en ocasiones, no tiene por qué habitar en los triunfos, sino que también se permite el lujo de relucir cuando eres el derrotado. Los de Javi Calleja, a pesar de la magnitud del reto, terminaron su camino en el torneo copero con la cabeza bien alta.

Después de una primera parte notable, y en la que puso contra las cuerdas a los del Cholo Simeone, el suerte se decantó por el bando rival ante los goles de Morata y Llorente (0-2). La fortuna le dio la espalda a los granotas pese al esfuerzo, pero, pese a ello, el Levante dio motivos para soñar con tumbar al Atlético de Madrid. Una sensación de consolación, pero de mucho peso de cara a la ilusión que reside en el Ciutat de ascender a la élite.

A pesar de que los pupilos de Javi Calleja presumen de ser dominadores del balón, la Copa del Rey les traicionó. Acostumbrados a gobernar los partidos en la categoría de plata, contra el Atlético tocó desempolvar el mono de trabajo. Tocó, más bien, bajar al barro. Sin oportunidades claras a lo largo de los primeros compases de encuentro, el Atlético demostró que el campeonato copero, en un alto porcentaje, es la última bala para rescatar una temporada que, hasta la fecha, está siendo para olvidar.

Pese a ello, el Levante no tuvo miedo escénico. Ajeno al nerviosismo, actuó con cabeza. Y aunque los de Diego Pablo Simeone aterrizaron con artillería pesada en la punta de lanza, con futbolistas de la talla de Griezmann, Morata o Marcos Llorente, el que fue capaz primero de perforar la portería rival fue el equipo de Javi Calleja. Bouldini, en la disputa de un balón aéreo, chocó con Oblak, y un esférico que se quedó en tierra de nadie, Álex Muñoz lo machacó para colocar una diana que nunca valió. Ya que el delantero, en medio de su intención de ganar aquel balón llovido del cielo, impactó su brazo en el rostro del guardameta colchonero.

El Ciutat se las prometió felices, pero pese a ver cómo el marcador regresó a su fase inicial, se negó a darse por vencido. Tal fue su empuje, que Pablo Martínez, tendencia en el bando levantinista de la ciudad de València por su elevado rendimiento en las últimas fechas, casi pone en pie a su público al golpear con violencia un rechace de Reinildo desde la frontal del área que se fue por centímetros. A base de saques de esquina, los de Orriols sacaron petróleo poco a poco. Pero, pese a todo, nada tuvo que envidiarle a un Atlético al que miró de tú a tú.

Diego Pablo Simeone, frente a uno de los equipos que más dolores de cabeza le han provocado en más de una década al frente del club colchonero, vio necesario introducir más músculo arriba tras ver cómo el Levante terminó la primera parte con argumentos sólidos para llevarse la eliminatoria. Correa entró al verde, y diez minutos después de su ingreso en el terreno de juego, participó en el primer tanto del encuentro. Aprovechó una pérdida de Pepelu en salida de balón, para habilitar a un Marcos Llorente que detectó la internada de Morata que, en boca de gol, remató la jugada. Un tanto que cayó como si de un revés se tratase, ya que fue la base sobre la que el Atlético enfrió la cita.

De hecho, se encargó de que poco, o nada, sucediese. No obstante, si Simeone jugó sus cartas, Calleja no se quedaría corto. Si presumió de sacar un once competitivo, hombres como Campaña, Cantero, Wesley y Soldado salieron a revolucionar el partido. De hecho, motivos no faltaron en medio de un Levante que nunca dejó de creer, pese a que Figueroa Vázquez, en el ecuador de la segunda mitad, no señaló un claro codazo dentro del área de Kondogbia sobre Álex Muñoz.

Orriols, y sobre todo su equipo, no se sumergió en estados de desánimo aunque el duelo entró en un tramo donde el Levante actuó más por corazón que por cabeza. Joan Femenías, a falta de menos de diez minutos para la finalización del partido, voló para impedir una ventaja más amplia por parte de los colchoneros. Y aunque esa acción encendió a los asistentes al estadio, los de Calleja terminaron cayendo en la intención del Atlético de dormir el partido y con Marcos Llorente sentenciando.

Pese a ello, el Levante se marchó con el orgullo intacto, con la sensación de que puso contra las cuerdas a uno de los mejores adversarios a nivel nacional. La Copa ya es historia. Ahora, el objetivo del ascenso adquiere mayor importancia.