El Levante se congela ante la Ponferradina (0-0)

El conjunto de Javi Calleja, en su versión más débil de la temporada, resistió a una Ponferradina envalentonada y difícil de superar, pero que vio cómo su rival, incluso en sus peores días, es capaz de sumar

Iborra, durante el partido frente a la Ponferradina

Iborra, durante el partido frente a la Ponferradina / SD

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Independientemente de los estados de forma y de las dinámicas, la Segunda División, además de su complejidad y dificultad, es imprevisible. Nadie, de hecho, es capaz de predecir todo lo que tiene preparada una de las competiciones más igualadas del Viejo Continente. El Levante, equipo intratable y humano a partes iguales, mostró, como pocas veces lo hizo esta temporada, su versión más sufridora, pero su gran condición es que, ni en sus peores días, es capaz de ser tumbado por su adversario. Se congeló en El Toralín, en un partido donde la Ponferradina fue valiente al tutear a uno de los clubes más potentes de LaLiga SmartBank. No obstante, el punto, además de ser la mejor noticia, tiene un significado de gran valor. El Levante, más allá de su condición, transmite fortaleza. Un aspecto clave y que da fuerza en su mentalidad de ascender a Primera División.

La Ponferradina ya advirtió de su peligrosidad en la primera vuelta. Es más, le arrebató al Levante la posibilidad de asaltar las plazas de ascenso directo con un empate en el Ciutat de València. Sumergidos en el clima frío de la comarca de El Bierzo, los de Javi Calleja demostraron ser un grupo que huye de lo camaleónico. Ni el ambiente ni el escenario, digno de un estadio como El Toralín que se vistió de gala y apretó para que los suyos sumasen tres puntos revitalizantes, cambió a un cuadro visitante que apenas le dejó jugar al combinado dirigido por David Gallego. Orriols sabe lo que es insistir según el trayecto que lleva su equipo, de la misma manera que peleó, por todos los medios, tumbar a una Ponferradina que, al igual que en la categoría, realizó un ejercicio de supervivencia para sumar.

En la primera parte, es más, le salió bien, ya que el Levante tuvo sus oportunidades a balón parado. Marc Pubill y Rúben Vezo, con la cabeza, exigieron a un Amir que, en el Ciutat de València, paró siete intentonas granotas, pero que fue testigo de la que fue la mejor ocasión del Levante en el primer asalto del encuentro. Pepelu, desde la banda izquierda, se perfiló para colocar un centro preciso a la ‘testa’ de Bouldini, pero su remate se marchó, por poco, por encima del larguero. Fue el momento en el que el Levante estuvo más cerca de poder desequilibrar un marcador que la Ponferradina también quiso alterar, con un golpeo con la derecha de Espiau, el hombre que más sensación de peligro dio en los locales, al que ‘voló’ Dani Cárdenas para sellar una gran parada.

Al Levante no le temblaron las piernas. Supo, en todo momento, que la posibilidad de asentarse en ascenso directo dependía de sí mismo, y sin importar lo que sucedía en Butarque entre el Leganés y Las Palmas, ya que un resultado desfavorable de los canarios, tal y como así sucedió, le hubiera dado la posibilidad de escalar hacia el liderato. Sin embargo, el descanso le dio un cambio de aires a la Ponferradina. Su impacto sobre el verde, de hecho, se vio reflejado cinco minutos después de la reanudación, aunque la suerte le dio al Levante una vida extra para ir a por la victoria en El Toralín. Pascanu, atento al desmarque en punta de lanza de Espiau, proyectó un desplazamiento idóneo para el ‘19’, pero su remate, picado para superar el mano a mano con Dani Cárdenas, salió fuera por pocos centímetros.

No obstante, apenas le ayudó al Levante, que se vio encorsetado y viviendo de unos fogonazos que, sin mostrar su mejor versión sobre el terreno de juego, imprimieron temblores en la Ponferradina, fruto de estar con el agua al cuello en la clasificación y necesitado de victorias. Javi Calleja intentó ir a por el triunfo por todos los medios posibles. Introduciendo cambios en el descanso y metiendo verticalidad y dinamismo procedente del banquillo. Uno de los ‘refrescos’ del técnico levantinista, de hecho, fue el encargado de transmitir que el Levante estaba presente en El Bierzo, a través de un Álex Muñoz que, desde la frontal, obligó a Amir a sacar una mano abajo.

Dos granotas lesionados... sin poder hacer cambios

La falta de claridad de los visitantes animó a la Ponferradina a buscarle las cosquillas a su rival. Los de David Gallego, empujados por el aliento de su público, agitaron la tarde al contragolpe y con dos potentes lanzamientos que casi retumban las gradas del Toralín. Con viento de cola, Erik Lacerda recibió, cruzó el campo entero y, desde treinta metros, ejecutó un disparo que se marchó rozando el palo. Misma situación, y mismo resultado, experimentó Naranjo, que aunque no marcó, le sirvió a la Ponferradina para envalentonarse. Además, el Levante vio cómo, con todas las modificaciones efectuadas, Rúben Vezo no pudo seguir por lesión y Álex Muñoz finalizó el choque a la fuerza por unas molestias físicas. Escenario escrito en arameo para los de Javi Calleja, que se vieron obligados a resistir estoicamente y, por momentos, a firmar el empate. Sobre todo, cuando Dani Cárdenas estiró su brazo para impedir la derrota en el descuento. Pese al empate, la escala hacia el ascenso continúa. El Levante sigue firme.