REPORTAJE

«Ellos son unos héroes. Al estar en el frente, podría haber sido su último partido»

La labor de Emilio Nadal, después de 25 años de lucha, tuvo su recompensa con el reconocimiento de la Copa del 37. «Pensar que este club ganó un título era imposible, pero me reconcomía la conciencia». Su intriga destapó a un grupo que «se jugó la vida por el escudo» y que «siempre se sintió campeón»

Emilio Nadal posa junto a la Copa.

Emilio Nadal posa junto a la Copa. / JM LÓPEZ

Rafa Esteve

Rafa Esteve

La Copa de la República de 1937 siempre, independientemente de su reciente oficialidad, ha sido un motivo de orgullo para un Levante que peleó sin cesar por su reconocimiento. El paso al frente que dio la Federación no solo marcó un antes y un después en la historia del club, sino que sirvió para hacer justicia y elevar a los altares granotas a los héroes que, en condiciones trágicas y adversas, defendieron con honor los colores del Levante y lo hicieron campeón. El trofeo, sin embargo, cayó en un vacío existencial que Emilio Nadal, Responsable del Área de Patrimonio Histórico del club, se encargó de recuperar y de poner en valor. Principal reivindicador del reconocimiento de la Copa, la validez procedente de la RFEF inundó al historiador en un mar de recuerdos en el momento de su oficialidad. Sobre todo, por el camino realizado. Un trayecto lleno de obstáculos, que se inició en 1998 y que, un cuarto de siglo después, ha merecido la pena. «Fue una sensación rara, al final llevas 25 años trabajando en esto. Pero yo, que soy frío habitualmente, me emocioné», dijo Emilio en SUPER.

La sensación de ser campeón, indescriptible y emocionante, fue un sentimiento inexistente dentro de las profundidades de un club que, pese a que lo vio inalcanzable, lo vivió pese a que no hubiera constancia en el Ciutat. Ramón Victoria, ex presidente del Levante y la persona de la que más se acordó Emilio el pasado sábado, fue quien, mediante sus sospechas, hizo que al historiador le picase la curiosidad y conociese un universo desconocido. Unas circunstancias que le impulsaron, de forma desinteresada, a comprobar si su Levante fue campeón en el pasado. Y a su vez, a luchar sin descanso por el reconocimiento de una Copa que, hasta en el propio club levantinista, era totalmente anónima.  

«Ramón Victoria nos dijo a su sobrino, Quique, y a mí que se rumoreaba que el Levante ganó una Copa. Me llamó mucho la atención pensar que el Levante era campeón de algo, porque mi afiliación empieza en los años setenta y el club estaba en Tercera. Pensarlo era algo refractario, era imposible, pero me reconcomía la conciencia. Por eso, me fui a la hemeroteca. Mi base cultural deportiva era que en esa época no sucedió nada. No obstante, la prensa me hizo ver que los primeros meses de la Guerra Civil fueron una explosión de fútbol. Se hablaba de competición, y la prensa le daba la oficialidad de Copa de España. El editorial de ‘Mundo Deportivo’, en el día de la final, fue demoledora. Incluso decía que si esa Copa se olvidaba sería una injusticia. En el año 2000, Ramón, Quique y yo nos pasamos una tarde buscándola en el campo. Estaba en una sala con muchos trofeos de verano. Al verla nos emocionamos. Nos hicimos fotos levantándola», rememoró.

Ejemplar de prensa escrita que narra la victoria del Levante en la final de la Copa de la República.

Ejemplar de prensa escrita que narra la victoria del Levante en la final de la Copa de la República. / JM López

Sin embargo, Emilio Nadal, cuando rescató el trofeo, nunca se imaginó que su deseo de que se oficializara tendría tantísimas trabas pese a contar con bases sólidas. En 2004, Izquierda Unida se interesó, llevó el caso al Congreso y, en 2007, fue reconocida por unanimidad. Pese a ello, la Federación, con Ángel María Villar a la cabeza, se desentendió mediante el CIHEFE y diciendo que no tenían nada que ver. No obstante, las actas de la FIFA conseguidas a partir de 2019 y, sobre todo, la figura de Ricardo Cabot, fueron cruciales para dar un paso al frente, mientras que la aprobación de la Ley de Memoria Histórica de España terminó siendo clave

«Fuimos añadiendo argumentaciones y ellos las revocaban todas. La Federación decía que no tenía nada que ver, pero nosotros les planteamos una figura trascendental que era la de Ricardo Cabot, secretario general en aquel momento. Es el que entonces representa a la Federación dentro del ámbito republicano. Jugamos en un territorio que estaba legalmente legitimado por las urnas, donde por desgracia había una sublevación. Él da el visto bueno a esa Copa del 37. Entendemos que esas competiciones se van recreando y organizando sobre la marcha por los condicionantes. No son espontáneas. La vocación de esa España republicana era mantenerse dentro de la legalidad que marcaba la Federación. Todo acababa en Ricardo Cabot. Después, cuando arrancamos el Área de Patrimonio empecé a ponerme en contacto con otras áreas y a preguntar. Nos plantearon las actas de FIFA y el planteamiento cambió. Tenía claro que la Copa existía, pero tenía la sensación de que nos faltaba algún sustento legal», detectó un Emilio que terminó dando en el clavo. 

«FIFA, en el 37, se da cuenta de que hay una duplicidad de organismos vinculados al fútbol en España. Hay una Federación que se constituye en la España franquista y las convocan en el Congreso de 1937. No fue un Congreso al uso, de fondo estaba el Mundial del 38, pero Cabot apareció en la ligada a la República. FIFA reconoció la existencia de los federaciones con posibilidad de organizar sus propias competiciones».

Emilio, junto a la Copa.

Emilio, junto a la Copa. / JM López

Tras más de dos décadas de dedicación absoluta, a Emilio Nadal le sobran motivos para celebrar. Sus horas de esfuerzo, alimentadas por el veneno de contrastar y confirmar a un Levante campeón, estuvieron por encima de las zancadillas que recibió por el camino. Los obstáculos, de hecho, no tumbaron a una persona que no ocultó su felicidad por ver cómo cautivó al levantinismo la oficialidad de la Copa. «Mis amigos me picaban. Me decían que le daba una connotación histórica a un trofeo de la galleta. Parte de mi vida ha girado en torno a la Copa. Como soy del Levante estoy acostumbrado a guerrear y a estar en el barro. Los rechazos de Federación me daban bajón, pero veía la Copa y me daban ganas de buscar más argumentos. No quería que pudieran con el Levante. Es uno de los pasajes más vibrantes del club y, por desgracia, ha estado eclipsado. No hay tantos equipos campeones, y que el Levante aparezca es un legado que quedará para siempre, al igual que un motivo de orgullo», comentó Emilio Nadal.

Una espina clavada

Sin embargo, una Copa que ya es eterna tendrá siempre una espina clavada en el historiador, que a pesar de que tenga el pálpito de que a dicho puzle aún le quedan piezas, nunca se olvidará de los héroes del 18 de julio de 1937. Pese a ello, quiere saborear una Copa que, con su esfuerzo y el del club, por fin tiene su debido reconocimiento. «Lamento profundamente que ninguno quede vivo y me fastidia que el reconocimiento haya llegado tan tarde. Los héroes son ellos, siempre se sintieron campeones. Yo he estado en una hemeroteca con buena temperatura buscando en prensa, pero ellos estaban jugándose la vida. Lo vemos desde la comodidad de la democracia, pero para ellos, al estar en el frente, podría haber sido su último partido. Arater, uno de nuestros defensas y que no jugó la final, falleció en la batalla del Ebro, y Ernesto Calpe, por ejemplo, perdió a dos hermanos. Defendieron el escudo en una época dramática. Ahora, ir al club y ver a compañeros haciéndose fotos con la Copa emociona y reconforta. Hay que disfrutarlo, porque ha sido muy complicado», finalizó, consciente de que el trayecto valió muchísimo la pena.