Lamentable ocasión perdida por el ascenso (1-2)

El Levante desaprovecha su enésima oportunidad de meterse en ascenso directo y el playoff se asoma de manera peligrosa. Wesley falló un penalti y el empate duró un par de minutos

Jorge De Frutos se lamenta mientras los jugadores del Mirandés celebran el primer gol del partido

Jorge De Frutos se lamenta mientras los jugadores del Mirandés celebran el primer gol del partido / Francisco Calabuig

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Las veces que el Levante ha desaprovechado la oportunidad de asaltar el ascenso directo han sido infinitas. De hecho, ha perdido la cuenta. Subir a Primera División no es un reto sencillo, pero la plantilla de Javi Calleja, que presume de ser de las más potentes de la categoría, tiene potencial, de sobre, para alcanzar el sueño que se vive en el Ciutat de València. No en vano, la ilusión de volver a competir contra los mejores se está convirtiendo en una situación inviable. Imposible. Sin lugar a dudas, algo inconcebible cuando el Levante sacó a pasear su poderío por Segunda División.

Pese a ello, y mientras la crisis aumenta a pasos agigantados, el Levante pierde argumentos para conseguir el objetivo. Es más, apenas da motivos para lograrlo. Impreciso y dubitativo, el conjunto de Calleja perdió no solo la oportunidad de escalar hasta la segunda posición de la tabla, sino que cayó, de forma grotesca, contra el Mirandés (1-2). Lo que pudo convertirse en un partido para el recuerdo, y marcar un antes y un después, se convirtió en una pesadilla de la que el Levante es incapaz de huir. Subir a Primera División, si no cambia el contexto de manera radical, será un sueño imposible.

Fue el día idóneo para invocar una noche grande. Orriols, acostumbrado a remar desde la grada, ya le dio a su equipo motivos para ir a por el Mirandés desde el primer minuto. “Volveremos, como en el 63”. Así se lo tomó el grupo comandado por Javi Calleja pese a que, poco después del inicio del partido, un despeje defectuoso de Joan Femenías casi se cuela en su propia portería tras impactar en Raúl García. La intensidad, sin embargo, fue aumentando con el transcurso de los segundos, de la misma manera que el equipo no solo empezó a morder, sino que se fue soltando.

Destellos de José Campaña y de Musonda, que zigzagueó a sus adversarios para toparse con la muralla defensiva de Etxebarría, despertaron a sus compañeros, para provocar la que fue la oportunidad más clara de los granotas. Pepelu, sacando a relucir su visión periférica con el balón en los pies, detectó la internada de un Son al que, después de su golpeo con el interior, solo le faltó superar a Herrero en el mano a mano. El meta del Mirandés se estiró para evitar el primero en el luminoso del Ciutat de València, mientras su equipo solo dio síntomas de peligrosidad al contragolpe.

Sin embargo, poco le importó al conjunto de Miranda del Ebro su planteamiento. Con sus recursos y con su idea, silenció al público de Orriols con una genialidad de Raúl García. El ‘9’, uno de los delanteros que están marcando tendencia esta temporada, domó un balón en la esquina del área, se perfiló hacia dentro y, con la derecha, la colocó, imposible para Joan Femenías, en la escuadra a falta de diez minutos para acabar la primera parte. El miedo, al igual que los nervios, volvieron a salir en el Ciutat de València. Sobre todo, al presagiar la enésima oportunidad perdida de asaltar, de una vez por todas, el ascenso directo. En esas, Pepelu se negó a caer en resignaciones, y desde larga distancia, mandó un zapatazo que obligó a Herrero sacar una mano fuerte, mientras, paralelamente, sirvió de mensaje para salir a por todas en la segunda parte. Sin miedo e, incluso, a la desesperada. Así lo reflejó Calleja, quien, de una tajada a Soldado, Wesley y Cantero en el entretiempo.

De hecho, la primera aproximación fue inmediatamente después finalizar el descanso. Róber Pier, valiente y firme hacia la portería contraria, filtró un pase para el delantero valenciano que desvió el guardameta del Mirandés. Roberto López, desde fuera, quiso agrandar el luminoso a su favor, pero quien más cerca estuvo de equilibrarlo fue el propio Levante. Sin merecerlo, sin tener un criterio a la hora de atacar y jugando con los nervios y la tensión de ir por detrás en el marcador.

No obstante, la suerte quiso darle el beneplácito a los de Javi Calleja de empatar, cuando un disparo Marc Pubill dentro del área, después de recibir un pase desde la derecha, impactó en el brazo de Prados. Pese a ello, e incomprensiblemente para los presentes en el Ciutat de València, sobre todo, al estar sobre el verde futbolistas fiables desde los once metros como Campaña o Soldado, Wesley erró el penalti. La voluntad del brasileño de ejecutarlo provocó división de opiniones en Orriols, y aunque terminaron alentando al ‘7’ para no desestabilizarlo, ni los ánimos le alentaron.

Wesley se lamenta tras fallar el penali

Wesley se lamenta tras fallar el penali / F. CALABUIG

El fallo, no en vano, no tumbó a un delantero que no dejó de insistir. Peleó sin cesar y el premio del gol lo terminó encontrando, en una jugada rocambolesca y, como se dice en el fútbol, llorando. Fue el tanto de la esperanza, el del empuje y el de la garra, hasta que un desajuste defensivo tumbó todo tipo de impulso en ir a por la victoria. Róber Pier, en su intento de despejar un pase del adversario, se la dejó franca en la frontal a Álvaro Sanz, para abrir a un Javi Llabrés que puso el segundo por el lado de Joan Femenías. Un jarro de agua fría que se tradujo en desesperación, estrés, frustración y rabia. El Levante, definitivamente, ha perdido la cuenta de las veces que ha tirado oportunidades de ir a por el ascenso directo. Sin embargo, y con total probabilidad, esta sea la más dolorosa.