Terceros y de milagro (2-1)

Un gol de Wesley en el descuento dio la victoria a un Levante que vio cómo el ascenso directo se esfumó tras el triunfo del Granada

El Levante vence por la mínima y se la jugará en el play off ante el Albacete

El Levante vence por la mínima y se la jugará en el play off ante el Albacete / JM López

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Por mínimas que sean las posibilidades, el Levante, mientras tenga oxígeno, siempre apurará sus opciones. Sea cual sea el porcentaje. Y sobre todo, independientemente de la probabilidad. Orriols nunca entenderá de circunstancias imposibles, aunque esta vez, le tocó sufrir la cruda realidad y los efectos de la lógica. A pesar de que el equipo de Javi Calleja cumplió con su deber de vencer contra el Oviedo, la victoria del Granada contra el Leganés dilapidó el hilo de esperanza que tanta vida dio en Orriols para soñar con el ascenso directo. Lo que se hubiera sido un milagro, ante la probabilidad baja de que sucediera ante la ausencia de dependencia, tendrá que esperar. Pero sobre todo, deberá pelearse en la que es la nueva realidad del Levante: la promoción de ascenso a Primera. Mientras el Ciutat de València hace de tripas corazón, Granada y Las Palmas celebran después de hacer los deberes. Solo queda tragar, reflexionar y quitarse la espina subiendo por el camino más largo.

Un año después del descenso en el Santiago Bernabéu, al combinado levantinista le tocará seguir batallando para competir ante los mejores del panorama nacional. No obstante, el equipo de Calleja buscó, alentado por una masa granota que animó sin cesar, los tres puntos desde el primer instante. No pasaron ni dos minutos cuando Joni Montiel, con una falta directa desde larga distancia, probó los guantes de Braat. Sin embargo, el avisó del ‘20’ no fue prolongado en el tiempo. El conjunto de Orriols, en su intento de generar grietas en la retaguardia carbayona, movió el esférico sin descanso y de un lado a otro, pero no creyó del todo en sus opciones de subir hasta que el Ciutat cantó como si de un gol local se tratase un tanto del Leganés. Fue anulado, pero el fervor que se generó en las gradas del estadio sirvió para que el Levante jugase descaradamente y sin miedo al error. Otra vez Joni, Saracchi de volea, e incluso un remate fallido de Yayo, que casi acaba en su portería, fueron acercamientos para buscar un gol que llegó de manera rocambolesca, pero que no fue válido.

A poco del descanso, Róber Pier, desde su territorio, envío un balón dirigido a Bouldini que Braat, en su intento de adquirir sus dominios, chocó con Bouldini y el esférico terminó en el fondo de las mallas. Orriols lo celebró como si no hubiera un mañana. De hecho, aquel balón que sobrepasó la línea de meta supuso una liberación tanto para el público como para los jugadores. Sin embargo, el colegiado no solo decretó falta en ataque, sino que, mientras el portero del Oviedo estaba siendo atendido, el Granada marcó, por mediación de Uzuni, un gol que diluyó las esperanzas de ascenso directo. El silencio, pese a que fuera por pocos segundos, se adueñó de una grada levantinista que se empezó a mentalizar de cara a los playoff de ascenso.

Pese a ello, la batalla por subir que le queda al Levante llegó a convertirse en una tragedia. No por el destino, sino por las sensaciones que experimentó un Ciutat de València que mostró su enfado. El Oviedo, que volvió al terreno de juego con un aire distinto al de los primeros cuarenta y cinco minutos, coqueteó con el gol y con las ilusiones de los levantinistas. Un disparo de Moro que se fue desviado por poco fue un simple aviso de lo que llegó posteriormente, también mediante las botas del ‘40’. Un jarro de agua fría de dimensiones incalculables, convertido en una diana de Sergio Postigo en propia al no conseguir despejar correctamente un centro del carbayón.

El ambiente del coliseo de Orriols se introdujo en unos parámetros de hostilidad insostenibles. El descontento con un equipo que mostró acercamientos, pero ninguno de ellos con peligrosidad, caló en la plantilla para buscar un empate que, más de orgullo que de cabeza, terminó encontrando. De Frutos, cazando un despeje y de volea, colocó el empate en el luminoso, de la misma forma en la que la esperanza revoloteó por los alrededores del Ciutat de València. Los de Javi Calleja lo intentaron y fueron a por el triunfo de todas las maneras. La vez que más cerca estuvo fue a través de Pepelu. El ‘8’, con un disparo de falta directa, se estrelló en el larguero. Sin embargo, sirvió para dar continuidad a una victoria que, sobre la bocina, llegó. El empate, es más, le hubiera condenado a la quinta posición, pero Wesley Moraes, tras cazar un despeje defectuoso de Tomeu Nadal, colocó la victoria en el luminoso para alivio de un levantinismo que, más allá de que se las vio crudas, ya se conjura de cara a la promoción. No obstante, el Levante, de querer ascender, deberá cambiar su imagen de forma radical de cara a un playoff que tendrá que afrontar con convencimiento y sin miedo.