El segundo tanto de Jorge De Frutos en el Carlos Belmonte inmortalizó la euforia de Pau Ballester, speaker del Ciutat de València, en el que fue una muestra de puro sentimiento levantinista. Rabia y liberación fue lo que captaron las cámaras televisivas, al igual que, de forma inconsciente, captaron lo que se convirtió en una imagen que formará parte de la eternidad del que es músico de profesión. Orriols calienta motores para rematar contra el Albacete el pase a la final de los playoff de ascenso, mientras que el speaker se prepara para envolver a su público para el que será un ambiente de gala. Pau, encargado de ponerle voz al coliseo granota desde hace 29 años, recibe al Albacete tras vivir uno de sus mejores momentos como aficionado y sin olvidar que, precisamente ante el cuadro manchego, quiso impartir justicia desde su posición

El 18 de diciembre de 2004, el Levante empató ante los albaceteños (1-1) en un enfrentamiento con polémica y que dejó un momento tan icónico y reivindicativo como memorable y espontáneo. Fruto a un gol fantasma que tendría que haber subido al luminoso y que no fue concedido por el árbitro, Orriols dictó sentencia: «El gol de Reggi ha sido gol», escribió el marcador unos 20 minutos más tarde. Pau Ballester, ejecutor de tal manifestación después de recibir órdenes telefónicas a su cabina, lo rememora con el subidón de conquistar el Carlos Belmonte todavía presente

«Es una situación que no se ha visto en otro campo. En aquel marcador podíamos poner arengas, lemas, felicitaciones… Aquel día pasó lo que pasó. El gol no fue de Reggi, fue de Ian Harte, de cabeza, pero recibimos una llamada a nuestra cabina, de un estamento superior, pidiéndonos que pusiera ese mensaje. Eso pasó a la historia. Nunca nos imaginamos que tendría tanta repercusión. La gente se echó encima del árbitro. En esa época no había repeticiones ni facilidades tecnológicas. Se dieron cuenta cuando pusimos aquella frase en el marcador», recordó Pau, consciente de que los dos puntos que se esfumaron podrían haber cambiado el destino de un equipo que descendió a Segunda División con 40 puntos en su casillero. «Ese gol, quizás, nos habría dado los puntos necesarios para permanecer aquel año en Primera, pero el fútbol está lleno de detalles que marcan la diferencia», dijo. 

El marcador del Levante - Albacete de 2004. SD

18 años después, Pau Ballester puede presumir de haberse convertido en el primer VAR del mundo, pero su preocupación, a día de hoy, no es otra que la de remar junto a su Levante para ascender a la élite. El tanto de Jorge De Frutos, que encarriló la eliminatoria, liberó a un speaker que coloca dicho momento como uno de los más bonitos en una vida de máxima fidelidad y sentimiento levantinista. «Viví ese momento como un aficionado más y como los más de 500 aficionados que estuvieron en Albacete, al igual que los miles que lo vivieron desde sus casas. Nos jugamos mucho en el playoff. Ese golazo tuvo la casualidad de que fue celebrado donde me ubiqué en el estadio. Fue una locura y así lo vivimos. Viendo las imágenes, llegas a la conclusión de que es imposible describir aquello. Hay que vivirlo. Falta ver cómo terminamos el playoff, pero que quedase inmortalizada mi estado de absoluta locura, en un plano donde salimos Jorge y yo, hace que sea uno de mis momentos más especiales como granota. Mi vida es el Levante».

Pau, tras convertirse en un VAR espontáneo en 2004 y mostrar su pasión por el Levante ante el rival con el que el Ciutat rezó que «el gol de Reggi ha sido gol», activa la cuenta atrás para rematar el pase a la final. «Tengo muchísimas ganas de que llegue el miércoles, como siempre que juega el Levante, pero esta vez podemos dar un paso muy importante. Siento nervios, es un partido vital para nuestro futuro. No obstante, confío mucho en el equipo», finalizó Pau Ballester.