La Contra

El triunfo de un equipo honrado

La celebración del ascenso del Levante UD, en imágenes

La celebración del ascenso del Levante UD, en imágenes

Gustavo Clemente

Gustavo Clemente

València

Levantarse por eso que tanto nos importa, que no vamos a abandonar nunca. Que nos duele y nos hace sufrir pero que no podríamos vivir sin ello. Por algo único. Por los que no están y por los que vienen”, escribió Vicente Iborra después de la fatídica noche ante el Alavés. Futbolísticamente, el Levante actual es un equipo líquido, un fluido imparable que se filtra por todas las grietas del rival. Sin embargo, la esencia de este equipo está en su alma, en su honradez. Para entender el punto excelso que ha alcanzado este equipo, hay que analizar que se trata de un vestuario joven, con esa mezcla de veteranos que ha creado una combinación muy satisfactoria. Un equipo que, al contrario de temporadas anteriores, se ha mantenido en pie hasta el final en los partidos, como ocurrió en Burgos, que no baja los brazos, y no especula pensando que le vale con el empate. 

Un equipo que tiene un talento descomunal, como el de Carlos Álvarez, explosivo en la arrancada, generoso en el pase y mágico en el regate y la definición, sí. Pero, sobre todo, un equipo que habla siempre en plural, en el que prevalece la idea colectiva por encima de la individual. Un equipo que entrena a alta intensidad y lo que entrena se ve reflejado en el terreno de juego. Un equipo que se deja la vida en el día a día, con una capacidad de sobreponerse a cualquier complicación, al que, por si fuera poco, le han respetado las lesiones. 

El futuro del club está redefiniéndose, pero, tal vez, este equipo honrado acabe ayudando a lograr un camino de esplendor en mitad de la incertidumbre. Un equipo del que el mismísimo Manolo Preciado estaría orgulloso. Si dejas vivo a un equipo y a una afición con tanto corazón, es normal que acabe volviendo donde merece. Y así ha ocurrido.

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