Autenticidad levantinista

Las vivencias colectivas dejan pisadas muy dispersas. La historia, la sociología o el periodismo persiguen esas pisadas, las interpretan y las enmarcan en un entorno capaz de dar a conocer las aguas profundas que surcaron las sociedades de todos los tiempos. La creciente masa social que vibra alrededor del Levante UD está despertando una expectación notable. 

En este sentido, me limitaré a decir que los sentimientos que mueven a cada uno a identificarse con un equipo son íntimos y difícilmente explicables, hasta para uno mismo. Es un mundo sensorial, que se huele, se palpa, emociona y se comparte. Cada uno llega a su manera y lo vive de una forma. Este domingo, compartí mesa con la peña levantinista La Unión, decana del club, que cumple 72 años de vida y celebró el ascenso de forma feliz. Se reúnen cada mes, desde hace muchas décadas y comparten el amor por el club, por envejecer juntos, sufriendo, celebrando, viviendo. Autenticidad, sentimiento, verdad. 

Ahora, en el levantinismo todo es luz, pero hubo una época opaca en la que no era así, y allí estaba ya Emiliano Álvarez recogiendo miles de firmas para que el Levante UD tuviera una avenida y su fundador Ballester Gozalvo, una calle, o se presentaba en el archivo de Salamanca para investigar la Copa del 37. Ahora, todo es luz, pero hubo una época opaca en la que Dionisio Montesinos acompañaba por los campos de forma altruista a los jóvenes de la cantera y les preparaba bocadillos junto a su mujer. Ahora, todo es luz, pero hubo una época opaca en la que Carlos Félix ayudaba humildemente desde Óptica Médica a iniciativas de toda índole. Ahora, todo es luz, pero hubo una época en la que Manolo Peris evangelizaba por los barrios de Valencia, persona a persona. Entusiastas, vitalistas, curiosos, humanos, perseverantes, tenaces por naturaleza. 

El pasado domingo, el presidente de honor del club, Paquito Fenollosa, acudió, con todo su encanto, a la comida de celebración de la peña La Unión. Varios niños correteaban junto a la mesa, vestidos con la camiseta de sus respectivos ídolos. Paquito se emocionó al ver la sonrisa cómplice de los pequeños. En cierto modo, tal vez, sintió que el relevo estaba asegurado. Se podrán escribir muchos artículos, pero, ante esa mirada de paz, sencillamente, no hay palabras. 

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