Sergio Ballesteros e Iván López. 35 y 17 años respectivamente. El benjamín y el veterano. El papá y el hijo. 18 ´tacos´ les separan, pero a los dos les une un compromiso absoluto al proyecto. Ballesteros es el líder del vestuario, la voz de la experiencia, el espejo donde se miran los canteranos. A Iván, la perla con más futuro de Orriols, le gustaría poseer la «fuerza» del central de Burjassot. Cuando el ´principito´ tenía un año —era el 1994—, el capitán estaba de pretemporada con el primer equipo granota, ya con ficha profesional, en Segunda División B. Incluso el curso anterior empezaba a dejar su sello junto al cumpleañero Juanfran; ambos aún con la etiqueta de sub´18.

Sergio comparte ´casita´ con Garabato, Dani Galán y Lois, tres del filial como Iván, y el zaguero se deshace en elogios hacia los ´peques´. «Los chavales que tenemos entrenando con el equipo son muy buena gente; se está muy cómodo con ellos. Son trabajadores y ese es el primer paso que tienen que dar», afirma Ballesteros. «Antes se les apartaba un poquito, pero ahora son uno más dentro del ambiente que se respira en el equipo. Todo el vestuario está ilusionado y con ganas de conseguir el objetivo», añade. JIM pretende que el ´papá´ sea quien guíe a los siete talentos que están bajo su cobijo en La Manga.

Iván López es el más querido entre la ´manada´. Cada día de pretemporada lo afronta como una nueva oportunidad de aprender junto a muchos compañeros, sobre todo en el caso de Sergio Ballesteros, con experiencia en la élite. «Lo mejor que tenemos al poder entrenar con ellos es que cada día asimilas una cosa nueva técnica y tácticamente. Me tratan muy bien», afirma Iván. Si le dieran la posibilidad de elegir una cualidad del más veterano y patrón del grupo se quedaría con su «fuerza y mal genio». «Me falta agresividad en el campo», puntualiza. El canterano acusó ayer por la tarde el volumen de trabajo y se ejercitó al margen.