«Con estos bandarras perdimos. Hay que resarcirse con una buena goleada». «El Levante sufrirá el próximo domingo un 7-0 que nos disparará hacia el título». «¡Venganza! Hay que meterles nueve y batir el récord del 8-0 en Copa». «Son los únicos que nos han ganado fuera de casa. Hay que vengarse por lo que pasó en el Ciutat de Valencia». «Hay que ganar y si es con una goleada mucho mejor». «Hay que meterles cinco». «A vengarnos, sobre todo de su principal cabecilla, el tonto-gordo de Ballesteros». «Debemos ir a por la goleada, que somos muy grandes y ellos son una miseria de equipo». «No me preocupa nada este partido, haremos un set». «Espero que les metamos 9-0 a estos sinvergüenzas, hay que dejarles sin Champions, que se vayan a casa calentitos». «Tenemos que machacarles en el Bernabéu». Estas son algunas de las lindezas que están aflorando en los últimos días por los foros madridistas y que reflejan que el Levante tendrá el domingo un recibimiento hostil en Madrid.

Esta ojeriza no es una novedad. El 0-0 de la temporada pasada en Orriols traumatizó a más de uno en Chamartín. La crispación se tradujo posteriormente en una derrota desmesurada, aunque los ocho goles no fue lo que más dolió. Las quejas por la actitud mostrada por muchos jugadores blancos —Marcelo, Pepe, Özil y Di María principalmente— fueron una constante tras el partido. De aquel 8-0 resisten muchos en el actual vestuario y para nada han olvidado, entre otras cosas, la obsesión por la elástica. «No me toques la camiseta que me la ensucias», espetó Di María ya con 6-0 en el electrónico. «No sabía que había ese pique con el Levante. Somos pequeños, pero muy grandes en otros valores», afirmaba Luis García en la sala de prensa del Bernabéu tras comprobar desde el banquillo la animadversión que tanto en el césped como desde la grada había generado un modesto club que ahora vive su séptima aventura en la máxima categoría nacional.

El efecto del azulgrana

Que el Levante sea junto al Barcelona el único equipo que ha conseguido ganar al actual líder en Liga agudiza aún más la condición de enemigo público en Madrid. Una sensación que ya se sintió tres días después al 1-0 de Koné en el desplazamiento a Vallecas del pasado 21 de septiembre. El autobús tematizado, que partió a primerísima hora de la mañana desde Valencia sin tripulantes para abarrotarlo cuando el AVE llegó a su destino minutos antes de las 12:00, fue el primero en comprobar cuando se adentraba a la capital que los granotas tienen la etiqueta de enemigos. Madrid recibió al Levante con ´peinetas´, pitos y malas palabras, sobre todo durante el trayecto al hotel, que curiosamente estaba ubicado a muy poca distancia del Santiago Bernabéu. Esta pataleta engrandeció la gesta y reforzó más si cabe la moral de la manada azulgrana. Horas después, el SuperLevante superaría al Rayo Vallecano.

«Su Liga es totalmente diferente a la nuestra, pero eso viene a raíz de que la temporada pasada y la actual les hemos arañado puntos. En la primera vuelta conseguimos quitarles los tres, ese factor les debe pesar y seguro que nos tendrán ganas», declaró Iborra sobre la bienvenida adversa que a los de Juan Ignacio se les avecina. Desde la llegada de José Mourinho, el madridismo ha perdido simpatizantes en Orriols. Ya no es ese equipo que históricamente era más un amigo que un rival. Ahora los signos de pleitesía se han convertido en desprecios por la gracia de un portugués.