Los números de Rubén Suárez hablan claro. Sólo Cristiano Ronaldo, Leo Messi e Higuaín tienen mejor promedio goleador. El asturiano es un generador de emociones fuertes. Un trallazo en Riazor supuso la permanencia, mientras que esta temporada se ha sacado de su ´mini pie´ dos latigazos con un valor incalculable, ambos, como el de la temporada pasada en A Coruña, prácticamente con el tiempo cumplido. El primero fue ante la Real Sociedad, y supuso mantener el liderato, mientras que el del sábado valió para romper una decadencia de más de cuatro meses como visitante. Fue un nuevo signo de reivindicación, otro tanto para aumentar su leyenda de granota y cazar a Felipe Caicedo, Pepín y Serafín en la clasificación histórica de realizadores, un mensaje directo de mayor protagonismo para Juan Ignacio, un argumento positivo más en su camino hacia la renovación. «El gol es muy importante para mí. Anímicamente es positivo para seguir y que el míster sepa que estoy aquí, que voy a darlo todo. Tengo menos minutos de los que uno querría», destacó el héroe del 1-2.

El Levante alcanzó la victoria cuando mayor complejidad proponía la ´batalla de Cornellà´. El fútbol presenta estos misterios, pero Rubén anda sobrado de fe. Desde las trincheras, con el disfraz de secundario, el asturiano se enfrentó al desafío que significaba patear desde el costado derecho de la meta de Kiko Casilla conocedor de que el partido expiraba. Le arrebató el balón a Farinós sin dudas. Era su momento y decidió darle con el alma, con fuego. El resto, una alegría desbordada, merecida y necesaria. El Levante recuperó la imagen y la versión solidaria, comprometida, unida que ofrecía en los primeros duelos de la competición, cuando alcanzó la gloria en El Madrigal. Por momentos no mostró ningún tipo de concesión. «Llevábamos ya tres semanas con muy buenas sensaciones, sobre todo en el Bernabéu. Hicimos un trabajo defensivo muy bueno y salimos a la contra con claridad. Hemos recuperado los valores, principalmente esa intensidad que tan buenos resultados nos dieron en la primera vuelta», manifestó el ´21´ sobre la evolución de un equipo que necesitaba ganar, una sensación desconocida desde el pasado 10 de diciembre contra el Sevilla en el Ciutat de Valencia. «Tampoco antes éramos tan horrorosos. Estamos viendo que a todo el mundo le cuesta ganar. Hemos sumado un gran resultado en un campo muy difícil, donde el Barcelona sólo pudo empatar. Esta categoría es muy complicada, y ante el Espanyol hicimos un partido trabajado, que es lo que estamos sufriendo nosotros en casa. Los rivales se encierran y es muy difícil superarles», añadió el mediapunta asturiano.

Juan Ignacio varió más de una pieza y el resultado fue impecable. Iborra estuvo imperial. Descabalgado de las alineaciones iniciales en las últimas semanas, el mediocentro compartió tareas de creación y contención junto al incombustible Xavi Torres, reeditando la configuración de la dupla que adquirió consistencia en el inicio glorioso de la competición liguera. Iborra respondió con autoridad. Espectacular su grito de rabia cuando Rubén dio la estocada definitiva. Y emotiva la piña para enterrar cualquier atisbo de rencilla tras el terremoto de Madrid. «Se vio al final del partido que el vestuario tenía ansiedad y una rabia acumulada por volver a ganar. El triunfo nos viene de lujo de cara a la permanencia, que es nuestro objetivo, pero hay que seguir, aunque tenemos claro que a estas alturas llevamos un buen número de puntos. El Espanyol nos apretó mucho, tuvo ocasiones de gol, pero no fueron claras», expuso Rubén, quien en tierras catalanas igualó en goles a Arouna Koné.

El agradecimiento de Rubén

«Muchas gracias a todos, aunque ayer —por el sábado— tuve un poco de fortuna, jeje. Ahora a seguir, que todavía no está nada hecho, pero disfrutando de lo que tenemos que no es fácil. A por el Betis», escribió Rubén en su perfil personal de Facebook. Una vez más, el mediapunta comprobó que es muy querido. El levantinismo no olvida su papel protagonista en el ascenso y su irrupción goleadora en la segunda vuelta de la pasada temporada. Ahora lleva ocho tantos, más dos en Copa. Sin duda que son sus mejores números realizadores, pero Rubén quiere más. Ha disputado 742 minutos —sin contar prolongaciones—. El sábado le hicieron falta sólo cinco para que Orriols volviera a teñirse de europeo. Aunque en el vestuario mantienen el discurso prudente de la salvación.