La Rosaleda fue testigo el pasado sábado por la mañana del encuentro entre dos auténticos gurús: Raimon Ferrer y Benito Mateo. Posiblemente las mejores manos para el césped del fútbol español. Los artífices de muchos goles, aunque no sean ellos quienes los marquen. Tal y como comprobó SUPER, testigo de excepción, el jefe de instalaciones del Levante y el que esta semana se va a convertir oficialmente en el máximo responsable del estadio y los campos de entrenamiento del Valencia no sólo comparten profesión y elogios a su trabajo. También una buena amistad y conocimientos. Muy pocos especialistas controlan tanto del tema.

Cuentan que se conocieron personalmente hace unos años en Las Rozas, en la Ciudad del Fútbol, cuando Benito todavía trabajaba para el Mallorca. Fue durante un curso sobre técnicas de cuidado de la hierba. Desde entonces han cultivado y mimado, además de decenas de campos, una relación muy cordial. No en vano han estado juntos en la Costa del Sol, aprovechando las vacaciones de Raimon y coincidiendo con la visita del Levante a Martiricos, cuyo magnífico tepe fue inspeccionado por ambos la misma mañana del partido. El viernes por la noche cenaron juntos y Raimon fue entonces testigo de excepción de su inminente aterrizaje en Mestalla.

«Aunque llevamos unos días juntos en Málaga, me he tenido que enterar de que fichaba por el Valencia a través de la prensa. No me dijo nada el muy canalla», bromea el granota. Entre risas, Benito lo confirma: «Lo quería llevar muy en secreto. En Málaga ha habido mucho revuelo con el tema. Desde que el club se enteró han intentado reconvencerme para que me quedara. Ha sido muy complicado y me exigieron discreción absoluta, pero la decisión ya está tomada y me voy a ir».

Raimon y Benito son los responsables de dos de los mejores campos de la Liga hoy en día. El emblemático jardinero azulgrana hizo auténticos milagros con el viejo césped de Orriols y ahora mima con todo lujo de detalles el nuevo. El Ciutat, con una alfombra como terreno de juego, parece otro. Sin embargo, entre la modestia y una meticulosidad extrema, Raimon asegura que «tiene mejor pinta desde arriba que abajo». No piensan igual los jugadores, encantados con el tepe. Ni tampoco el cuerpo técnico, que ha sufrido en sus carnes los agotadores cuidados del verano y no pudo entrenar sobre él ni pisarlo hasta el día del debut contra el Atlético de Madrid. «Hay que seguir cuidándolo y estar muy encima de él» sigue explicando.

En sus charlas privadas, de las que no sueltan ni media, seguramente Raimon habrá puesto ya al día a su colega sobre lo que le espera en Valencia. Un campo muy complicado que ha encadenado problemas con el césped en las últimas temporadas. La tarea no se presenta fácil. Por su estructura, las elevadas y verticales gradas de Mestalla dificultan la entrada del sol y convierten el recinto en un horno. El césped soporta elevadísimas temperaturas, sobre todo en verano.

Nada nuevo para Benito, que curiosamente ya hizo sus pinitos con el club blanquinegro en la época de Héctor Cúper. El argentino fue su mentor en Palma y le abrió posteriormente la puerta de Milán y Salónica, donde también ha trabajado. Su obra más conocida y reputada, más allá de Son Moix, es La Rosaleda. En Málaga, por los rigores del clima, el césped de La Rosaleda ha sido siempre una lata para sus cuidadores. Sin embargo, él ha sido capaz de domarlo. El jeque lo fichó como jardinero estrella para eso y ahora es el Valencia quien va a repetir la operación.

«Los tepes que ha comprado el Valencia vienen de Portugal y son los mismos que pusimos aquí», cuenta Benito, que tuvo el primer contacto con su nuevo club precisamente cuando sus responsables pasaron por Málaga camino del país vecino para conocer en persona los prodigios de su arte. «Estuvieron viendo el campo, les gustó y hablamos». Esta semana, manos a la obra.