Con su temerosa mano en una salida a los pies de Neymar, desgraciadamente fue Jesús quien abrió la puerta del Ciutat al Barça. Hasta entonces, por muy líder y todopoderoso que sea, el equipo culé había merodeado por los alrededores del área sin encontrar la entrada. Media hora, solo media hora, pero Mendilibar parecía por fin haber dado con la tecla. Con la defensa algo más atrasada y sus once pupilos bien juntitos, recuperó al Levante rocoso y molesto, a la par que afilado en ataque, antaño tan respetado en la Liga BBVA como irreconocible en las tres primeras jornadas.

Al final la noche acabaría en goleada, en parte por culpa de la facilidad con la que González González expulsó a Vyntra con casi una hora de juego por delante, pero también con la sensación de que hay un camino para los granotas. Será el miércoles, en Granada, cuando y donde habrá que calibrar de verdad la fiabilidad de la parcial rehabilitación expuesta ante el Barça. En esta tuvo que ver, sin duda, la reinserción de Diop, quien de inicio formó un trivote con Simao y Camarasa, a la postre central por la roja al griego.

Mendi aglutinó sus dosis de atrevimiento en la parcela ofensiva, donde juntó a Barral y Víctor, quienes fueron intercambiándose el papel de '9' y de extremo izquierdo según lo requirió la ocasión. Pegado a la derecha apareció Morales, cual mosca cojonera para la defensa azulgrana. El madrileño buscó y encontró la espalda de Jordi Alba en un par de ocasiones, hasta llegar a brindar un pase de la muerte que solo Rakitic, dejándose casi la piel en ello, pudo abortar en última instancia, con Víctor ya con la caña preparada. Barral, en un remate en plancha, igualmente mostraría las uñas en ese primer tramo de partido.

Tanto le cambió inicialmente la cara al Levante que incluso se permitió lanzar a puerta antes que su rival. A las ocho minutos, Diop ya había logrado lo que en todo el partido en Málaga se había convertido en un imposible. Neymar, pasado el cuarto de hora, pondría ya en guardia a Jesús; en esa ocasión se encontró con el cuerpo del meta, quien repelió su disparo a bocajarro.

Andando, que no paseando como el curso pasado, Messi fue rumiando el doloroso desenlace a la sombra de los centrales granotas. Solo se le escapó el lanzamiento del penalti, cometido sobre él mismo, que había supuesto la roja a Vyntra. Poco después llegaría el chupinazo de Rakitic, favorecido por un despeje de Simao, en cuya falta de fuerza se vislumbró el último aliento del Levante en el partido. En la segunda mitad, con todo decidido, Sandro, Pedro y el propio Meo remarcaron la diferencia en el marcador; Mendilibar optó por reservar naves y reenganchar a Ivanschitz y Rubén.