Mendilibar y Javi Gracia se cruzarán en La Rosaleda como no llegaron a cruzarse en las instalaciones de Tajonar. El segundo llegó a Osasuna la campaña pasada tras la destitución del primero, en un relevo cuya verdadera motivación depositó una nube de suspicacias sobre Gracia, a quien aún no había tomado asiento y ya le habían encontrado un primo en los puestos de decisión del club.

Hoy los dos entrenan lejos de Pamplona, pero hace poco más de un año sus nombres se escribían uno junto al otro. El capítulo por el que se unieron en Osasuna detonó tras la tercera derrota consecutiva en Liga del equipo, en la tercera jornada. Era el cuarto curso de Mendilibar al frente del vestuario y la temporada había arrancado con estrépito: Granada, Athletic y Villarreal sacudieron al banquillo tras una pretemporada que arrancó con la renovación del propio técnico. A tenor de las declaraciones públicas del presidente rojillo, Miguel Archanco, su continuidad obedecía más a un compromiso contractual que a la confianza en su trabajo: "Teníamos un contrato con Mendilibar y el club debe ser riguroso con el cumplimiento del contrato, sobre todo si los principios se cumplen". En efecto, el acuerdo de Mendilibar establecía la renovación automática tras la salvación y el décimo sexto puesto obligó a mantener el vínculo. De hecho, Archanco reconoció que había preguntado al capitán del vestuario, Patxi Puñal, antes de decidir si aguantar al técnico o pagarle la indemnización por incumplir el compromiso.

Eso fue en junio. A los tres meses Mendilibar se marchaba de Osasuna tras la tercera derrota y a pesar de que, como ya había expuesto Puñal a la directiva, el vestuario iría con él hasta el final. La liturgia del despido fue la habitual: dos días antes de fulminarlo, lo ratificaron en el puesto. En su última rueda de prensa el técnico rehusó atacar frontalmente a sus jefes, pero deslizó un reproche. Mendilibar interpelaba así a los medios: "Decidme cómo veis que al entrenador lo echen en la tercera jornada". Y proseguía: "No entiendo cómo en junio era el entrenador ideal y en la tercera jornada de Liga no lo soy".

Mientras el de Zaldibar trataba de ecupir la espina, el presidente reveló el perfil del sustituto: "Buscamos un entrenador joven comprometido con que juegue gente joven". No hacía falta dar más pistas, pues era sabido que este sería Javi Gracia, pamplonés, que el año anterior había ascendido al Almería y, sin embargo, no había renovado.

Su nombre no fue una sorpresa porque en realidad llevaba tiempo sobrevolando El Sadar. Un primo suyo, Txuma Peralta, era alto directivo del club navarro y durante los pocos meses que transcurrieron entre la renovación de Mendilibar y su despido, siempre estuvo latente su nombre. De hecho, cuando Gracia fue presentado, lo primero de lo que trataron los implicados fue de aliviar la carga de haber llegado al club por ser familia de. "Soy primo de mi primo desde que nací. Llevo 42 años siendo primo de Txuma Peralta. He hecho mi carrera profesional y nunca he sido el primo de? En Almería o en Cádiz es difícil que me encuentre con familia, pero en Pamplona es lógico", se defendió el mismo día de su presentación. "Me desplazaba a ver encuentros de la Real, a Vitoria, Soria, además de ver los de Osasuna. Si se malinterpreta que yo pueda ver partidos de Primera o Segunda, desde luego no puedo hacer nada" ahondaba en una entrevista a Noticias de Navarra sobre sus apariciones El Sadar durante las últimas semanas de Mendilibar.

El final de la historia ya se sabe: ninguno de los protagonistas tiene relación con Osasuna. Javi Gracia dimitió tras descender con el equipo, igual que el propio Archanco, junto a su directiva. Mendilibar llegó al Levante y Gracia al Málaga; el próximo sábado entre los dos se rescatará un capítulo que en cierta manera aún espera un desenlace.