En lugar de encerrarse con la plantilla para analizar la delicada situación actual, Mendilibar lo hizo con su gente. Se ahorró la esperable charla previa al entrenamiento, una vez completado el pasado lunes un ejercicio de análisis y autocrítica con sus ayudantes por espacio de varias horas. El Levante ha generado en el arranque liguero dudas internas y externas (exhibidas en formas de cánticos aislados pidiendo su dimisión) y el técnico quiere disiparlas cuanto antes. Sabe que urgen soluciones y resultados, por el bien grupal y el suyo propio.

Por resultados y sensaciones, el de Zaldibar encara la visita a Eibar en el disparadero. Nadie en club le ha transmitido el desasosiego, pero este existe más que nunca desde que se inició el curso. No ha sido capaz de dar con la tecla hasta ahora, y cuando pareció hacerlo (en Granada) dejó de pulsarla inmediatamente y el equipo se resintió: rotó a Camarasa y a Morales y se perdió de mala manera contra el Rayo.

Mendilibar y los suyos aprovecharon el día para libre para pasar a limpio sus conclusiones, tras visionar videos y cruzar datos. Qué ha llevado al equipo hasta dónde está y cómo salir de ahí; esas fueron las dos preguntas del millón. «Lo que marca la situación del técnico son los puntos, pero el equipo está a muerte con él. Hay que sacar esto adelante, empezando por nosotros», aseguraba ayer Morales, en forma de capote al vasco.

Al margen de la plaga de lesiones, que desde hace semanas ocupa y preocupa tanto al cuerpo técnico como al médico, hay al menos tres grandes problemas a solventar y otras tantas posibles soluciones a aportar. La primera de estas rémoras, cómo no, son los malos resultados: los cuatro puntos sumados, con un solo gol a favor y el equipo en zona de descenso, escuecen.

A falta de la confianza que dan los triunfos, que hasta ahora se resumen en el logrado hace una semana en el Nuevo Los Cármenes, Mendilibar se deberá aferrar al bloque que mejores guarismos le ha dado para solventar la crisis actual. Después de seis jornadas, ya tiene clara su columna vertebral y la idea es darle minutos, siempre que lesiones y sanciones lo permitan. En Granada, además, el juego se asemejó más que nunca al que está buscando el de Zaldibar desde que llegase a Orriols en verano; también hubo brotes verdes en Bilbao. En el Ciutat, solo la primera media hora contra el Barça invita al optimismo, aunque el balance sea de tres derrotas en otros tantos encuentros del Levante como local.

Si tiene que morir, el técnico vasco lo hará con sus ideas. El colectivo ha tendido hasta ahora a guarecerse en su propia área cuando el cansancio o la exigencia del rival le ha exigido, pero Mendi no contempla más concesiones que las realizadas tras la charla en Buñol de la semana pasada: ha retrasado unos metros la defensa (pero no tanto como estaba el año pasado) y se mantiene la presión arriba cuando sea posible. En aras de afianzar esa fórmula y limitar los errores individuales, que en tantos partidos han lastrado al equipo, al de Zaldibar solo le queda trabajar en la repetición de automatismos y la consolidación del equipo tipo.