Como el pasado martes publicada SUPER en su edición impresa, Mendi se la juega frente al Eibar. Una derrota podría suponer su destitución, como quedó al descubierto en la comida que mantuvo el miércoles con el presidente, el director deportivo y el consejero Miguel Ángel Ruiz. Este tipo de encuentro, de carácter periódico, adquirió tintes de excepcionalidad por la delicada situación clasificatoria del Levante y las serias dudas que internamente genera el proyecto liderado por el vasco.

Quico y Manolo estuvieron interrogando al de Zaldibar por el estado físico y deportivo del equipo, que han generado muchas incertidumbres desde el arranque de curso. Se habló incluso de situaciones puntuales, y de la evidente necesidad de salir del bache de manera inmediata. Mendilibar no fue ratificado ni avisado del ultimátum, aunque esté rondó la cita; a diferencia de otras comidas, el clima de tensión fue constante. "No tengo que notar apoyo ni nada. Fuimos a hablar, no fuimos ni a que me dijeran que soy el entrenador del club en cinco años ni nada por el estilo", ha deslizaba este jueves el vasco en sala de prensa, sabedor de su delicada situación. De hecho, ha dicho que el duelo en Eibar "no es una final ni por el forro para el equipo" pero a nivel individual no ha querido ser tan tajante.