Para evitar que se le escape de las manos, Lucas Alcaraz ha agarrado con fuerza el vestuario. Desde que llegó, expuso de palabra su autoridad; y ahora, además, la ha trasladado en negro sobre blanco al código de régimen interno. Fiel a su carácter, y alertado por los desmanes habidos en la época de Mendilibar, ha endurecido las normas que rigen al vestuario. Quien se ausente injustificadamente a un entreno, por ejemplo, deberá hacer frente a una sanción de 3.000 euros.

Los jugadores granota fueron informados días atrás de las novedades. Lo hizo el propio técnico, que con esas medidas refuerza la disciplina de grupo pero sin llegar a extremismos. La ´mano de hierro´ del granadino lo es, sobre todo, si se compara con proyectos previos; la mayoría de retrasos y desplantes se solventaban a lo sumo, con Luis García, Juan Ignacio y su antecesor en el cargo, costeando el protagonista una comida para toda la plantilla. Hasta en la época de Caparrós, a Lell le salieron baratos sus repetidos desplantes predesvinculación.

Con Alcaraz, el billete mínimo de referencia es el de 5 euros. Cada minuto de retardo en una sesión o convocatoria se paga con uno de ellos; habitualmente, el granadino cita a sus pupilos a las 9:45 en Buñol, donde primero desayunan y a las 10:15 están ya disponibles para el trabajo de gimnasio o las charlas tácticas de turno. Salvo contraorden, a las 11 comienza el trabajo sobre el terreno de juego.

El nuevo técnico persigue imágenes como la que ofreció el culé Piqué jugueteando con el móvil, en la final Copa Catalunya, que tanta polémica generaron. Del mismo modo que ha dejado claro que a nadie le van a penalizar indisciplinas previas a su fichaje, ha dicho que sí lo hará el uso del teléfono en plena la jornada laboral granota. Se castiga incluso que este suene en las sesiones de video.

En total, son cerca de una decena las leyes instauradas por el granadino. Afectan también a la alimentación o al uso de las prendas oficiales del club por parte de los miembros de la plantilla. Alcaraz exige la máxima profesionalidad y rigor, al tiempo que refuerza la figura del técnico como indiscutible líder del vestuario; una posición que en el club consideraban que se había ido debilitando con Mendilibar en el banquillo, por la excesiva cercanía de este y el resto de miembros de su cuerpo técnico hacia sus futbolistas.

Lucas aterrizó hace dos semanas en el Levante para recuperar las señas de identidad del equipo y reforzarlo tácticamente, aunque también para imponer su proverbial autoridad. Esta fue otro de los motivos que llevaron a Manolo Salvador a apostar por el fichaje del extécnico del Granada o el Recre, donde en 2009 igualmente recurrieron a sus servicios para abortar actos atisbos de indisciplina. Cuando el director deportivo decidió cambiar de técnico estaban todavía recientes el retraso de Rubén en un entreno y el intento de marcha de Simao del estadio al descanso del duelo del Rayo, sin ir más lejos.

El Ciutat ya pudo comprobar la marcada personalidad del nuevo entrenador azulgrana el pasado domingo, en el choque frente al Almería. Durante el mismo, no se cansó de protestar al árbitro y a sus asistentes, así como de realizar correcciones tácticas aun a costa de salirse del área técnica y hasta meterse en el campo.