Lleva un par de meses en la enfermería, cuando no había encadenado ni dos entrenos seguidos de baja en su carrera. Pero podía haber sido peor, ya que un balonazo en Getafe le hizo ver todo negro con el ojo derecho. La operación le permitió recuperar la visión y, "fuerte" de cabeza, como ha estado, ya toca con los dedos la recompensa: jugar a pleno rendimiento.

Ya queda menos para su vuelta. Como ha escrito en redes sociales, «empieza lo bonito».

Sí, hoy „por ayer„ he empezado el último tramo de recuperación, a ´ver´ balón. Se me ha hecho bastante largo hasta ahora, a pesar de que en las últimas semanas ya golpeaba con el pie; estaba ansioso por darle de cabeza y ver cómo iba.

¿Y qué tal?

Pues que si no pasa nada, a la vuelta del paro navideño estaré con el grupo. Estoy en la cuenta atrás y me hace mucha ilusión, aunque sea cabecear un balón blando como he empezado a hacer.

También ha estrenado las gafas de metacrilato con las que jugará.

Pensaba que iban a ser más incómodas, pero me no coartan para nada. Me ofrecen una visión bastante periférica y solo me aprietan un poco en la nariz; supongo que cuando se haga callo ya no tendré ni ese problema.

Usted que no utilizaba gafas ni para el día a día, ahora incluso para jugar las va a necesitar.

Bueno, tiene sus ventajas. Estaré protegido si me van más balones al ojo (bromea). Y en cuanto a la miopía que me ha generado la intervención en el ojo derecho, en verano siempre me la podré corregir tranquilamente.

¿No ha cogido miedo o respeto al quirófano con todo lo sucedido?

Ha habido momentos duros, pero nunca he llegado a venirme abajo por completo. He sido fuerte de cabeza, porque he asumido el pasar de estar compitiendo a tener que quedarme tumbado en el sofá tumbado por obligación. Sin poder moverme en absoluto.

Ha pasado de no tener lesión de gravedad alguna en su carrera a protagonizar un caso médico único en el mundo del fútbol.

Nunca me había lesionado, incluso levemente. Nunca. Esta es la primera vez desde que juego al fútbol que me pierdo dos entrenamientos seguidos. Y para ser la primera€

Ha sido una auténtica experiencia vital para usted, ¿no?

Es una buena manera de calificarlo. A mí, que me gusta ser autónomo, independientemente, de un día para otro me tenían que hacer todo. Solo me levantaba del sofá para comer e ir al baño, y cuando lo hacía me mareaba y no veía.

Suena crudo, pero es la realidad: pudo quedarse ciego.

Es algo que está ahí, no puedo decir lo contrario, y creo que todavía no lo he asimilado por completo. Pero si eres optimista, como yo he sido en todo este proceso, puedes superar muchas barreras.

¿Cuándo es realmente consciente de la gravedad de la lesión en el ojo?

Nunca antes había pedido el cambio, y en Getafe lo tuve que hacer. Yo he recibido muchos golpes en la cara durante mi carrera, tengo la cabeza llena de puntos por ese motivo, y a veces estos me han provocado un hinchazón que me impedía ver en el momento. Pero en este caso no fue igual€

Explíquese.

Después del balonazo veía estrellitas, como cuando miras directamente al sol, por lo que me reincorporé al juego. Sin embargo, poco después cabeceé el balón y ya perdí por completo la visión del ojo derecho. Lo vi todo negro y me toqué el ojo para haber si estaba inflamado; al comprobar que estaba abierto y aún así no veía nada es cuando realmente me asusté.

Y después, ¿qué pasó?

Estuve el resto del partido tumbado en la camilla, en el vestuario, boca arriba. El doctor me puso algo para que la cosa no empeorara, para que no hubiera un desprendimiento total en ese momento de la retina, y se quedó conmigo un fisio. Al día siguiente intentaron aplicarme láser y acabé teniéndome que ir de urgencia a Alicante. Vamos, pasé de pensar en si podría jugar la siguiente semana a no saber cómo quedaría del ojo.

Pero dice que mantuvo en todo momento el tipo.

Fue todo muy rápido, quizá por eso, porque la situación no era fácil. El doctor me dijo que o me operaba o me quedaba ciego€ Pero en lugar de hundirme pensé que debía luchar por salir de esa. Y aquí sigo. El daño era peor de lo que el propio médico pensaba, e inicialmente no tendría que haber hecho nada en los dos primeros meses de rehabilitación, tendría que haber empezado a correr ahora, y sin embargo ya he hecho toda la puesta a punto física.

Todo un ejemplo de superación.

Mis amigos y compañeros a veces me decían que era un animal, un toro, por mi fortaleza física. Ahora es cuando tengo que demostrar que es cierto.

¿Esta experiencia le ha cambiado a nivel personal?

Sí, porque le doy valor a cosas que antes pasaba por alto. Planifico menos cosas a largo plazo y sobre todo valoro a las personas con discapacidades que son capaces de salir a la calle. A mí me ha costado mucho hacer vida normal con un ojo, se me han puesto en chino situaciones tan comunes como poner un enchufe o llenarme un vaso de agua, y sin embargo hay gente ciega que se mueve con un perro por la ciudad sin complejos.

¿Cómo fue ese primer momento en el que recupera la visión?

Tuve una sensación de alivio. Desde que salí del quirófano estaba expectante, porque no se sabía si iba a recuperar el 100 por 100 o el 10 por 100 de visión, si podía o no seguir jugando al fútbol. El caso es que la evolución fue buena y llegó un momento en que empecé a ver luz, colores.

¿En quién pensó entonces?

En mucha gente, porque tengo que agradecer a mucha gente su apoyo en este tiempo. Lo primero, lógicamente, a mi familia: mis padres, mi hermano y mi novia, que de repente se vio sola, por primera vez lejos de su casa, embarazada, y teniendo que hacerse cargo de mí. También a su familia. Al doctor que me operó, José María Ruiz Moreno que si no llega a ser por él me quedo ciego en ese ojo; además, me ha informado en todo momento de mi situación y de los pasos que tenía que ir dando. A Miguel Ángel Buil „jefe de los servicios médicos del Levante„, que estuvo rápido, habló con un colega suyo y tomó las decisiones acertadas. A mis compañeros, que pese a que llegué este verano me han dado cariño en todo momento, con mensajes, bromas y la camiseta de apoyo en el partido contra el Villarreal. A los fisios también, que cuando estaba tumbado de un solo lado venían incluso a mi casa para darme masajes y que se me pasasen los dolores en el cuello o la espalda. A Félix Vicente, el recuperador, que ha entrenado conmigo a solas las últimas semanas, más las que le quedan, y me ha aguantado los cabreos sin decirme ni una mala palabra. Al club, sobre todo al presidente, que se puso a mi entera disposición, me ofreció ir a los mejores médicos, una chica que me ayudase en casa; me dijo que solo pensase en mí. En fin, a mucha gente.

Pues como le dé por marcar un gol, la celebración y las dedicatorias van para rato entonces.

(sonríe) Ojalá tenga ese problema. Me encantaría marcar, y encima de cabeza. Lo que pasa es que los entrenadores siempre me ponen a hacer el trabajo sucio en la estrategia, a hacer los bloqueos. Mi único gol como profesional fue de cabeza, en casa del Barça.

Pues ese puede ser su nuevo reto

Voy de reto en reto. Cuando llegué aquí se hablaba mucho de lo que se había pagado por mi traspaso, al ser un defensa, y yo quise desde el principio devolver al club la confianza que había puesto en mí a base de rendimiento. Ahora espero que no me pase nada malo cuando le dé con la cabeza, recuperar mi sitio en el equipo€ y disfrutar de mi futura paternidad. Retos tengo.

Por cierto, ¿cómo ve al equipo desde la llegada de Rubi?

Desde que llegué al club he pensado que teníamos un buen equipo, plantilla de sobra para lograr el objetivo, que no es otro que la permanencia. Quizá nos faltaba desde el primer momento confianza, buenos resultados, y con Rubi estos han empezado a llegar.