El peor partido en la 'era Rubi' ha deparado, lógicamente, el resultado más adverso: el Levante ha caído ante un rival directo en la lucha por la salvación y se hunde en la clasificación, cuya zona de descenso no abandonará ya al menos hasta la vuelta de la Navidad. Dos goles de un juvenil, el venezolano Peñaranda, han permitido al Granada llevarse este sábado los tres puntos del Ciutat. Solo una jugada de estrategia, rematada por Simao Mate, ha mantenido con vida a los granotas hasta el 1-2 definitivo, en el minuto 88.

Los granotas han sido un mar de dudas durante buena parte de la contienda. Han faltado ideas para meter mano a los nazaríes, e, incluso, intensidad a la hora de saltar al terreno de juego. Casi sin quererlo, los de Sandoval se han apropiado del balón y de las primeras ocasiones. Solo el golpe físico y moral que ha supuesto la lesión de Pedro López, a los 20 minutos, ha espoleado en cierta manera a los azulgranas. Un derechazo de Camarasa, después de que Deyverson le haya amortiguado un centro de Lerma con la cabeza, ha sido el mejor argumento levantinista antes del descanso.

El Granada se ha apoyado en la zurda de Rochina, cual compás, para dibujar el encuentro que más le ha interesado. De los pies del de Port de Sagunt ha salido la contra que ha supuesto el primer tanto de la tarde; los granotas no han aprovechado un córner a favor, ni tan siquiera han sabido defender la veloz salida de los nazaríes, que ha acabado con su jovencísimo punta venezolano ganando el cuerpo a cuerpo a Toño y superando a Rubén Martínez, demasiado dubitativo en su salida.

Con 40 minutos por delante, y Lerma tirando del equipo desde el lateral derecho (donde estaba reubicado desde la lesión de Pedro), el Levante ha levantado lo suficiente la cabeza para encerrar a los andaluces en su área. Rubén ha puesto de su parte, hasta forzar la falta que ha supuesto el empate, en un testarazo de Simao. Este ha llegado en el 65, lo que obligaba a pensar que por simple inercia, más que fútbol, los granotas tenían la opción de ganar y salir del pozo clasificatorio. Ha sido más una creencia que una realidad. Los nazaríes han avisado, con un balón que se ha paseado dos veces por el área, para poco después matar con otro derechazo de Peñaranda al borde del tiempo reglamentario.