Al Levante le está pesando su bipolaridad. Por eso es colista, está a cuatro puntos de la permanencia y solamente ha ganado seis encuentros. Cuando es letal arriba, hinca las rodillas detrás, o a la inversa. En esa mejoría defensiva, Medjani es la piedra filosofal, un alivio en la salida del esférico y ha hecho mejor a Feddal, aunque el marroquí no estará el sábado en la final del Villamarín y además seguirá apercibido. Lo que preocupa y el factor que más chirrió en el partido del lunes ante los asturianos al todo o nada es que Morales se ha difuminado. La agonía del 0-0 contra el Sporting se reflejó sobre todo en su semblante. Mientras que Verdú tiene más protagonismo —le ayuda el dibujo actual—, lo van perdiendo el madrileño y Deyverson. Y eso es un lastre muy pesado. Caso aparte es el cambio perpetuo de Rossi.

Desde que la rompiera contra el Getafe en casa (3-0, 18 de febrero), el ‘Comandante’ ha perdido revoluciones, su desequilibrio, pero no su condición de indiscutible para Rubi, ya que fue titular en los seis encuentros posteriores ante Villarreal, Real Madrid, Real Sociedad, Valencia, Deportivo y Sporting. Esa chispita del ‘11’ es crucial para un Levante que le cuesta un mundo crear juego cuando persigue también protegerse. De un despiste, o una acción de infortunio de Juanfran, llegó la ocasión más clara del Sporting: el remate al palo de Pablo Pérez. La permanencia necesita de heroicidades y del mejor Morales.

Fue esta vez el primer relevo, de más o menos, y tanto Casadesús, que entró por él, pero duró muy poco en banda, ni luego Xumetra, de nuevo abroncado por el Ciutat, variaron la película. Pero aún al ‘Moro’ le dio tiempo para dar dos asistencias de remate, una de ellas la del incomprensible cabezazo marrado de Deyverson en el área pequeña. No estuvo lúcido, pero nunca se esconde, siempre lo intenta y la pide. Por eso es el ‘Comandante’.

La semana fue complicada para él por un virus estomacal que le minó las fuerzas. Estuvo vomitando un par de días, pero hizo de tripas corazón y repitió titularidad. Hasta que fue cambiado, y en pleno apogeo de los 11.000 valientes que fueron al Ciutat que vivían cada acción como si fuera la última, rozó el gol con una de sus roscas clásicas, que se fue fuera por poco como el día del Barça. Esa fue la única vez que pudo desequilibrar. Mientras que el dibujo le viene a la perfección a Verdú, para Morales es un tiro al pie. El catalán arranca de ‘falso’ extremo derecho, pero, por instrucción del propio entrenador, se desenvuelve por dentro, junto a Rossi, obligando al ‘11’ a ser un extremo puro, minimizando sus opciones de sorprender por el medio por acumulación de efectivos. Incluso ha recibido la instrucción de emplearse más a fondo en defensa y no descolgarse en ataque. Es el ‘sacrificado’ de los de perfil ofensivo.

El 0-0 del lunes es infructuso porque el abismo del descenso a Segunda está más cerca, a cuatro puntos como la jornada anterior. Aún queda Liga, pero van quedando menos cartuchos. Morales estará en la final del Villamarín. Son muchas jornadas sin marcar las diferencias y está preparado para recuperar su versión vertical y desequilibrante como ya hiciera en la última cita en Sevilla, en el Sánchez Pizjuán, y sumando los tres puntos porque ya no hay margen. Tendrá muchos focos apuntándole. Su nombre está vinculado al próximo proyecto del Betis. Pero en su mente solamente está conseguir la permanencia con el Levante, con quien tiene contrato hasta 2018 y una cláusula de rescisión de 10 millones de euros.