Rozando la perfección, el Levante ganó este domingo en Reus gracias a un gol de Roger, que sacó petróleo de sus disparos a puerta. De tres, en el primero rozó el poste y en el segundo besó la red. Diez goles lleva el de Torrent, el Luis Suárez de Segunda. Y diez puntos nada más y nada menos hay ya de diferencia entre el líder y sus perseguidores, entre ellos un Reus que plantó cara en la primera parte pero que se fue arrugando en la segunda.

Un error grosero del central Atienza, cuyo pase atrás fue un regalo con lacito, bastó para que los granotas diesen otro golpe encima de la mesa, el enésimo en lo que va de temporada. Desde el gol de Roger hasta el final ya no se jugó, aunque lo que en realidad decantó el partido fue esta vez el movimiento de fichas desde el banquillo. Con el cambio de Rafael por Lerma esta vez Muñiz sí que consiguió el efecto que perseguía. El Reus, que había llevado el tempo incluso con cierta solvencia, se cortocircuitó con dos delanteros presionándole y cosiéndole los costados. La maniobra los asfixió por completo. Sin oxígeno ni agua, acabaron marchitándose.

Pese a que la noche acabó como un paseo militar, lo cierto es que antes de arrasar el Levante se tuvo que fajar en el cuerpo a cuerpo. Enfrentándose el primero contra el segundo, el Reus no se quedó en la trinchera. La contienda arrancó con muchas oportunidades y un intercambio continuo de golpes en el que aparentemente fueron los de Muñiz los que más cerca estuvieron del abismo. Eran muchos los metros de frente para hacer escaramuzas. Por segunda jornada seguida el Levante, que venía de que el Getafe de Bordalás le diera en el morro, se topaba con un contrincante de empaque. De salida perdió la batalla en la medular y fue a remolque hasta pasar por vestuarios. Tampoco fueron excesivos los apuros, pero por lo visto se podía mejorar y mucho.

Al descanso se llegó con empate a cero, aunque la verdad es que de puro milagro. Carbiá y Babic lo intentaron desde lejos, pero Raúl Fernández, otra vez imbatido y con excelentes sensaciones, estuvo donde y como tocaba. En especial en una maniobra de Mayor que salió fuera por poco pero a la que habría llegado de ir para adentro. En toda la primera parte, por contra, el Levante sólo creó una oportunidad clara. A cargo, cómo no, de Roger. Un tirazo cruzado rozando el poste en una jugada en la que el Reus se quedó esperando falta de Campaña y el Pistolero no se lo pensó para cargar el arma. Un par de segundos por detrás del juego, el gallego Eiriz Mata dejaba hacer. Permisivo y ahorrativo con las tarjetas, instantes después pasaba por alto una especie de ushiro nage de Toño sobre el capitán Folch. Posiblemente penalti y claro.

Pese a la semana de resaca por el cambio de Espinosa, quien por cierto se quedó sin minutos, esta vez le tocó a Jefferson Lerma quedarse en el banquillo al descanso. La sorpresa, sin embargo, estuvo en su relevo. Reaparecía, varias jornadas después y con una lesión de por medio, Rafael Martins, quien durante la primera parte había estado calentando como preaviso. Con el brasileño no sólo cambió el dibujo sino el panorama. De Rafael fueron curiosamente los tres primeros disparos de la segunda parte. Una trilogía sin fortuna que precedió al gol de Roger, el golpe de mano definitivo de un partido cerrado ya a cal y canto.

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