Más allá de la configuración, lo cierto es que el punto más caliente al que deberá enfrentarse la nueva Fundación no es la próxima Junta General de accionistas ni en principio la del próximo año, ya que incluso entre el sector más crítico la gestión del Consejo y de Quico Catalán como presidente no se pone en duda. La decisión de más calado será en 2019, cuando acaba el mandato de la actual directiva. Entonces sí que tendrá que decidirse de veras el futuro institucional del Levante.

Tal y como viene asegurando públicamente desde hace años, Quico tiene decidido que el actual será su último mandato, ya que para 2019 calcula que habrá cumplido un ciclo y que sobre el papel su hoja de ruta estará cumplida. Lo cierto es que se trata de una decisión que según su entorno el presidente tiene totalmente decidida y es inamovible, pese a que todavía quedan tres años. Cuando llegue el día, eso sí, habrá qué ver quien se postula para sustituirlo y también si de aquí a entonces no aparece ningún otro inversor al estilo Sarver dispuesto a quedarse con el control accionarial.

Desde la aventura con el magnate norteamericano, actual dueño del Mallorca, lo cierto es que pese a la brecha social no ha habido ningún otro movimiento en ese sentido más allá de la voluntad de accionistas minoritarios por sumar en el actual proyecto. Con vistas al regreso a Primera, económicamente el futuro del club es muy halagüeño.