Como el sábado deslizó en rueda de prensa Muñiz, contra el Rayo y en posteriores partidos se verá de qué ha servido la derrota en Oviedo, segunda del curso. Puede ser el arranque ´formal´ del primer bache del equipo o, de eso se trata, el detonante para su reacción después de un mes de rendimiento a la baja. Por lo pronto, en el Nuevo Tartiere se vieron al desnudo «el problema» del que ya hablaba el técnico una semana (la falta de ideas ofensivas ante un rival bien pertrechado), y algunas de las causas y consecuencias de este. Faltan por encontrar las soluciones oportunas.

Fue el Getafe de Bordalás, hace ahora un mes, quien detonó la primera alerta azulgrana. Aquel día no solo se escaparon los dos primeros puntos del Ciutat, sino la superioridad (por momentos, casi insultante) con la que el Levante resolvía los partidos hasta entonces. Incluso en Córdoba, a pesar de una mala primera parte y la derrota final por la mínima, esta sensación había acompañado a los de Muñiz. Contra los azulones, sin embargo, solo un error de Alberto García y el de sus delanteros en el remate evitaron un mayor estropicio.

La última buena nueva fue en Reus, donde los «pequeños detalles» que en Oviedo se volverían en su contra allí beneficiaron a los azulgrana. Máyor marró un mano a mano en la primera parte y Raúl salvó un gol cantado en la segunda; Roger marcó el gol del triunfo después de un imperdonable e involuntario pase de un central local.

Los síntomas de atasco empezaban a aflorar y Muñiz intentó aliviarlos con un cambio de sistema. Contra el Cádiz, en el último duelo en Orriols, transformó el 4-2-3-1 en un 4-4-2, con Rafael acompañando al máximo goleador de la categoría. Ni por esas. El equipo no encontró fácilmente el acceso a los delanteros y se quedó por primera vez sin marcar en casa. En Oviedo, de vuelta al sistema original, y con Martins sin convocar, apenas dos remates a portería y otra vez a cero en goles a favor. Ya van 208 minutos sin marcar para el que sigue siendo uno de los conjunto más anotadores del curso.

A nivel individual, los tantos carbayones retrataron sendos errores de Pedro López y Chema. Pero los desajustes fueron más allá, tanto a nivel colectivo como particular. En este último sentido, al margen de la escasa o nula aportación de la segunda unidad (que puede derivar en refuerzos invernales, por ejemplo en ataque), llaman poderosamente la atención la situación de Morales y Espinosa. Ambos pasan por un mal momento: el madrileño porque juega y no le sale nada, y el talaverano porque ha dejado prácticamente de hacerlo desde Almería. Su desborde en banda y entre líneas, sin duda, se echan de menos.

Los números, que tanta tranquilidad transmiten a simple vista, ya que el Levante continúa líder con ocho puntos de ventaja respecto a la promoción, pierden también mucho brillo en el análisis del último mes. Han menguado de tal forma que en una clasificación acotada a este, los de Orriols serían decimoterceros: han sumado cinco puntos sobre 12 posibles. Los que más, Cádiz y Girona, el doble.