Acabado el mercado invernal, que ha dejado un doble cambio de piezas en plantilla, el ascenso es ya el único objetivo granota. La postura oficial es innegociable: el futuro de técnico y jugadores solo se abordará cuando el regreso a LaLiga Santander sea un hecho, si es que finalmente lo es. Dicho de otras palabras, el Levante no estudiará ampliaciones o mejoras de contrato a corto plazo. Los fichajes, salvo situaciones excepcionales, también quedarán para final de temporada.

Será el desenlace de la competición el que marque el camino a seguir. Tanto el presupuesto y las exigencias deportivas crecerían exponencialmente en caso de subir; de no hacerlo, por el contrario, Tito debería afrontar la campaña 17/18 con menos dinero del que ha dispuesto en su primer proyecto. Es por no limitarse el margen de maniobra en verano, y por no dividir las fuerzas en varios frentes, por los que el director deportivo se muestra reacio a encarar ya las negociaciones que tiene en mente.

La derrota del sábado en Alcorcón ha reforzado la idea que ya manejaban previamente en Orriols. El resultado y la pobre imagen ofrecida ante su exequipo llevaron al propio Muñiz a recordar que el equipo está todavía «en Segunda». El mensaje desde entonces es que hay dejar de lado las confianzas, porque de lo contrario estas pueden costar muy cara. La renta sobre el tercero, el Cádiz, es amplia (12 puntos), pero no asegura nada a 19 jornadas vistas de la conclusión de la competición.

Seis jugadores, y el propio entrenador, acaban contrato en junio. De ellos, el asturiano y Oier se asegurarán la continuidad en caso de ascenso; Pedro, si juega cinco partidos más y llega a 25. Los otros cuatro, no. El Levante tiene derechos adquiridos sobre Róber, Montañés y Juan Muñoz en virtud de sus cesiones; nada fijo. Y Casadesús, con escasos minutos en lo que va de la 16/17, no puede sumar el número de presencias necesarias para ampliar su vinculación automáticamente.

El capitán ya conoce de primera mano las intenciones del club, que pasan por mantenerlo en plantilla pase lo que pase. Como sucedía antaño con Juanfran, con quien comparte representante, la negociación se antoja sencilla y se finiquitará al terminar LaLiga 1|2|3. Entonces será el turno igualmente de aquellos futbolistas con contrato en vigor a los que se crea conveniente premiar y/o amarrar por su rendimiento; podría ser el caso de Jason, clave en el buen hacer de este Levante y que tiene la ficha más baja de la plantilla.

Deyverson, caso aparte

El club haría una excepción a la citada norma si el interés de la Superliga China por el brasileño se traslada al papel formalmente. En caso de que llegue en las próximas semanas una oferta que colme los aspiraciones económicas granotas, Tito daría vía libre a la salida de Deyverson. Porque este no entra en sus planes de futuro por cuestiones disciplinarias y, sobre todo, porque no forma parte de la actual plantilla y su venta no desestabilizaría de ninguna manera al rendimiento de la misma. El mercado en el país asiático, conviene recordarlo, no cierra hasta el 28 de febrero.

Nada tiene que ver la posición del club con el ariete cedido en el Alavés y con Camarasa, también en el cuadro vitoriano. Quedó claro cuando a ‘Dey’ lo prestó con opción de compra; y al internacional sub-21, no. El porvenir del de Meliana, con contrato hasta 2019, no se abordará hasta que termine la campaña. Tito, de hecho, está siguiendo atentamente sus evoluciones y se ha mostrado públicamente dispuesto a reconducir el desencuentro del verano varias veces.