El Levante ha ascendido este sábado a Primera División como merecía, después de una temporada sobresaliente: en casa y con una victoria. Por la puerta grande. Y también de cabeza, pues ha sido un inapelable testarazo de Postigo el que ha desatado la euforia cuando todavía restaba media hora de partido. Misión cumplida, con siete jornadas de antelación, por mucho que el Oviedo haya intentado hasta el último momento aguar la fiesta.

Los miles de granotas que han asaltado el césped con el pitido final, para celebrar el regreso a la elite de su equipo, habían empujado previamente desde las gradas. El éxito es de todos. Empezando por el portero, por Raúl, que se ha marcado ante los carbayones un par de paradas salvadoras como colofón a su gran año. En la postrer ocasión del Oviedo, el levantinismo al completo ha cerrado los ojos, del mismo modo que ha hecho Nando para cabecear a las nubes un envío al corazón del área que tenía pinta de gol.

Como ha apuntado Roger, en la celebración del ascenso, "tenía que ser hoy". Muñiz y sus pupilos se habían concienciado durante la semana para subir ya matemáticamente, para llevarse los tres puntos que les faltaban, y han salido al campo dispuestos a hacerlo a las primeras de cambio. Catapultados desde la izquierda por Morales, que ha vuelto a poner su juego en ´modo Primera´, Campaña y Pedro han estado a punto de abrir el marcador antes del cuarto de hora.

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Levante - Oviedo, en imágenes

El Oviedo ha reaccionado y ha rondado la portería de Raúl con peligro, especialmente con un remate desde la izquierda de Fernández. La mejor opción de gol, curiosamente, la ha desaprovechado el máximo goleador de la categoría: Roger. Habilitado con un pase en largo de Postigo, el ´pistolero´ se ha plantado ante Juan Carlos y ha acabado estampando el balón en el cuerpo de este después de tanto tiempo que ha tenido para pensar en el remate.

Quien ha ido instintivamente a buscar la pelota en el punto de penalti ha sido Postigo, a la salida del córner, para lograr el 1-0 a la vuelta del descanso. "¡Vamos!", gritaba durante en el festejo, corriendo como un poseso hacia el banquillo y unas gradas que han explotado al unísono de alegría. Juan Carlos ha evitado más tarde que una acción casi idéntica, prolongada por Casadesús, tuviera el mismo desenlace. No ha importado. Una dosis extra de sufrimiento ha hecho del final del partido algo todavía más feliz para el Levante.