El Levante UD de la próxima temporada no solamente pasa por siete u ocho fichajes con los que dar un salto de calidad en Primera División. Y es que, lógicamente, para que todos esos jugadores lleguen a Orriols habrá que hacer hueco en una plantilla que según dejó entrever Muñiz volverá a ser de 22 fichas. Todo ello, eso sí, a expensas del futuro del filial, cuyo hipotético descenso precipitaría que ese número aumentara. Así que hay que esperar al desenlace del play-out del próximo domingo contra el Sanse (0-0) y a que el curso oficialmente termine para que el club arranque una operación salida que empieza a estar perfilada.

Igual que hace un año se fabricó un equipo para competir en Segunda y ascender, ahora se trata de readaptarlo a Primera y, como mínimo, mantener la categoría. Una reconstrucción para la que existe una columna vertebral formada y compatible entre categorías, tal y como a lo largo de los últimos meses se ha venido insistiendo, pero que va a implicar también la salida de jugadores con contrato en vigor, ya sea como cedidos o traspasados y sin descartar que a la larga alguno pueda hacerlo con la carta de libertad.

Los planes de la dirección deportiva

En los planes de Tito, Carmelo y Muñiz está claro ya que hay cuatro futbolistas con un acomodo complicado en Primera: los canteranos Iván López y Rubén, el centrocampista Verza y el central Salvejich. Por cuestiones físicas, técnicas y tácticas, ninguno de los cuatro ha superado entre Liga y Copa del Rey la barrera de los 1.000 minutos de juego. En especial Salvejich, por debajo de los 300 y un descarte habitual.

Iván, una de las grandes promesas, tiene en vigor tres temporadas más de contrato, pero por desgracia los problemas físicos han vuelto a frenar su progresión. Por sus buenas condiciones sigue entrando en los planes de futuro, pero en el club están por la labor de buscarle una cesión con la que pueda acumular los minutos que le han faltado. El mismo vínculo contractual tiene Saveljich, una de las grandes apuestas del pasado verano pero a la postre víctima de la competencia en el centro de la defensa con Chema y Postigo y más en concreto de la explosión del joven Róber. El argentino, que ha estado en su país por cuestiones burocráticas y que terminó explotando (y pidiendo perdón) por su ostracismo, tiene un difícil encuadre en Primera División.

También difícil es la situación de Rubén García, que encara su último año de contrato y que en otros momentos ya ha valorado un posible cambio de aires por su paulatina pérdida de protagonismo. Entre los objetivos de la dirección deportiva está reforzar las bandas y con todas las variables en juego su permanencia en la plantilla se antoja complicada. Desde su explosión a las órdenes de Juan Ignacio es un jugador al que siempre se ha tenido fe pese a los picos en su rendimiento y a la realidad de que no ha terminado de explotar, pese a que sólo tiene 23 años y está a tiempo de conectarse.

El problema de las fichas

Mucho más complicada es la situación de Verza, uno de los jugadores mejor pagados de la plantilla pero con un rendimiento por debajo de las expectativas más allá de su innegable calidad. En su día fue una apuesta de Manolo Salvador, que se impuso en una competida carrera por ficharlo libre tras el descenso del Almería. Le quedan dos temporadas firmadas y contractualmente su caso es de los que tienen una solución más peliaguda, ya que pasaría incluso por negociar una rescisión. El Almería siempre ha estado al acecho para repescarlo, una posibilidad que según su entorno no le desagrada. No es el único equipo interesado en él, pero el problema de su ficha sería el principal obstáculo.

Por otro lado, a la espera de si Casadesús puede o no renovar, el único cedido que seguirá es Róber Pier.