Un debut ilusionante y un primer partido en casa con doblete ante el Granada. Esas fueron las dos primeras cartas de presentación del refuerzo granota: Álex Alegría. Hasta esos dos tantos ante el conjunto nazarí, el delantero tuvo que pelear mucho para ver cómo la puerta de Primera se abría, aunque desde Cáceres todo el mundo le veía entre los grandes cuando apenas tenía quince años. El camino fue duro para un futbolista que siempre jugaba con una generación —dos incluso— más mayor que él. El Cacereño fue el que le hizo comenzar a sentirse importante. Después llegó el Betis B, un paso por el Numancia y la Primera División. Su próximo destino: el Ciutat de Valencia.

Álex Alegría no tardó demasiado en destacar. Alto, con velocidad y con una capacidad de lucha envidiable. Los que le conocen aseguran que «baja hasta una nevera». En su pueblo le vieron como un chico diferente que cambiaba sobre el césped. Tímido pero un auténtico dolor de muelas en el terreno de juego. Creció teniendo claro cuál iba a ser su posición y, sobre todo, quién era su ídolo. «De pequeño me fijaba en Morientes», ha manifestado en más de una ocasión. En 2015, en Estadio Deportivo, reconocía quiénes eran los espejos en los que se miraba. «En el fútbol moderno me gustan mucho Ibrahimovic, Llorente y Aduriz», explicó. Con esos cuatro nombres, los seguidores del Ciutat tienen claro qué perfil es Álex Alegría y sobre todo, qué cosas puede aportar al conjunto de Muñiz.

En Mestalla, Alegría ya demostró qué cosas puede aportar a los suyos. Era su estreno, ante el Valencia y tras ver cómo su equipo caía 6-2 frente el Barcelona y empataba en casa contra el Deportivo. La responsabilidad no le pudo y Poyet le dio la titularidad. El atacante peleó con Mangala y Garay (dos centrales con mucha experiencia) demostrando su habilidad para peinar balones y dejar espacios tanto a Rubén Castro como a Joaquín. Ante el Granada, el futbolista de Cáceres firmó sus dos primeros goles en la categoría, pero luego fue apagándose poco a poco. Con la llegada de Víctor Sánchez del Amo, justo después de renovar, fue perdiendo minutos y se quedó incluso algún que otro partido en la grada. El 29 de enero, aquel niño de Plasencia que soñaba con ser Morientes vivió un momento mágico. Su gol contra el Barça permitió a los suyos sacar un punto en casa.

El pasado verano, el nombre de Alegría se puso encima de la mesa de operaciones granota. Su gran curso en Segunda con el Numancia, en el que anotó 12 goles y, sobre todo, su perfil, gustaban a una directiva que, si Rafael se marchaba podía lanzarse a por su fichaje. Con Gustavo Poyet, el Villamarín encontró a su nueve, pero la llegada de Víctor Sánchez del Amo dejó sin oportunidades a un futbolista que se había hecho un hueco entre la afición verdiblanca. Llegó el mercado invernal y el Levante volvió a plantearse la opción Alegría, aunque sin suerte. Ahora, tras un año de interés, ambos unen por fin sus caminos.