El semblante de Boateng en el vuelo chárter a Bilbao era bastante diferente al de un par de horas antes cuando estuvo a punto de quedarse fuera de la lista por un tremendo golpe en el tobillo izquierdo en un lance fortuito con su amigo Shaq. Muñiz se cubrió en salud y decidió convocar a 19 por si las moscas. El ghanés, en principio, no ampliará el maleficio en el ataque. El goleador en Girona y el debutante en Montilivi son uña y carne. Normal que el lateral se preocupara al instante cuando vio al delantero retorcerse de dolor. Entre ellos hablan en inglés. Y mientras que el castellano del norteamericano es cada vez más fluido, a Emmanuel le cuesta bastante más hacerse entender. De la preocupación en el Ciutat se pasó al habitual buen rollo entre ambos. Un respiro también para Muñiz, aunque prefiere esperar a ver cómo amanece mañana.

Esta vez, el avión fue el de 50 plazas, con 42 pasajeros, entre ellos el presidente Quico Catalán, los consejeros Pedro Catalán, Miguel Ángel Ruiz y Javier Martínez, y el presidente de honor Francisco Fenollosa, a quien la expedición le echó de menos en Girona, y tres periodistas. También repitió Tito, director deportivo. El vuelo despegó con unos minutos de retraso porque el presidente llegó con el tiempo justo y ya con el resto de la expedición en el autobús que les trasladó de la terminal al avión. El cachondeo se vivió antes de despegar ya que fueron pocos los que hicieron caso a la butaca que les tocaba y el delegado Andrés Garcerá, en todo momento con guasa, se llevó algún 'estirón de orejas'.

Aunque Muñiz solamente piensa en el partido inmediato, sin mirar lo que hacen el resto de rivales, la victoria del vecino Valencia ante el Alavés fue una inyección de confianza más para el reencuentro con Mendilibar. La comitiva aterrizó en Bilbao con tiempo suficiente para poder ver en el hotel de concentración el Athletic-Barcelona. El equipo ya vela armas en Durango hasta la hora del partido, en un cuartel general al que suelen ir también Barcelona y Madrid cuando se miden al Eibar. Mientras que en Girona brilló el blanquinegro y en el anterior partido de forastero se apostó por el rosa, esta vez el Levante lucirá la Senyera.