Un drama sin precedentes en la era Muñiz. Un festival goleador rival que vació las gradas antes de lo previsto y que convirtió la velada en la noche del 'Black Saturday': el gol está de oferta. Gameiro pareció Messi y la defensa granota fue su mejor socio. Dos errores graves de Róber Pier y Chema enseñaron el camino hacia la victoria a los colchoneros, que solo en Gran Canaria habían encontrado este año tantas facilidades y que, como en aquella ocasión, terminaron con una manita en el marcador. Ese fue el botín del peor Atlético en los últimos años ante un Levante que nunca compitió.

Cinco minutos duró el empate a cero en el marcador del Ciutat. Cinco minutos en los que algunos todavía no habían tomado asiento y en los que el Atlético aprovechó el primer error granota. El primero de muchos. Gameiro lanzó un desmarque al espacio y envió el pase de la muerte para un Correa que veía como protagonista de lujo el error de Róber Pier, quien envió el balón al fondo de la red. Antes del segundo, solo Jason se atrevió con intimidar la portería de un Oblak espectador de lujo.

El meta esloveno vio desde el otro área como Correa ganaba el espacio, superaba a Oier y disparaba ante la meta granota. Lo que no esperaba Oblak fue el error de Chema, quien no acertó a despejar y dejó el bandeja a Gameiro, quien hacía el segundo de la noche antes de la media hora de juego.

La primera parte mostró las heridas y la segunda abrió en canal al Levante. Quince minutos tardó Gameiro en hacer el tercero ante la pasividad granota. El francés, gris esta temporada y sin la congianza del 'Cholo' Simeone, se vistió de 'crack' en el Ciutat. Cada aproximación colchonera llevaba su firma y cada balón al fondo de la portería de Oier contaba con su presencia cercana. Suya de hecho fue la asistencia del cuarto del festival rojiblanco, obra de Antoine Griezmann, quien hace una semana salía pitado del Wanda Metropolitano en el derbi.

El francés también fue el protagonista del quinto y de su doblete particular. Un doblete que no lograba desde el pasado 5 de marzo ante el Valencia. Ese fue el gol que completó la goleada. La manita. El castigo a un Levante que careció de alma y que se alejó de su seña de identidad. De la pelea y la garra. Del mantenerse vivo en los partidos y de la sensación de que el rival tiene que hacer todo bien para poder ganar. Ayer ni tan siquiera el Atlético fue perfecto. No lo necesitó. Los regalos iniciales destaparon la lata de los goles.

De hecho, el Atlético de Madrid perdonó una goleada mayor en 20 minutos finales que dejaron a Torres como el actor principal. El protagonista había pasado de Gameiro a 'El Niño' pasando por Griezmann, y es que la sensación fue la de que cualquier jugador podía hacer daño a la zaga granota. El '9' rojiblanco, al igual que sus dos compañeros en la delantera, pudo marcharse con dos o tres goles, pero en esta ocasión Oier salvó una goleada todavía mayor. Solo el pitido final paró la sangría goleadora y terminó con el sufrimiento del conjunto de Juan Ramón López Muñiz que se rompió por segunda vez en el curso (4-0 en el Villamarín). Ojalá sea la última.

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