Puestos a magnificar, decir que ja tenim davantar se convirtió en tendencia en cuestión de minutos. ‘Il Pazzo’ dejó la tarjeta de visita y Orriols le abrió inmediatamente las puertas de su corazón. De las críticas y penurias de semanas anteriores, por la indiscutible falta de pegada del equipo, se pasó directamente al júbilo. Tanto por el merecido empate conquistado ante todo un Real Madrid, por muy decadente que se muestre ahora el campeón, como por lo que significa el gol del italiano en si. El Levante ha encontrado, al menos lo parece, a quien marque la diferencia entre la permanencia y el descenso. Por lo pronto, el Deportivo queda a tres puntos de distanciaDeportivo, que, salvo descalabros varios, serán cuatro gracias al mejor golaveraje general que atesoran los granotas.

«¿Habéis visto?», cuestionó Pazzini retóricamente, con dos dedos señalándose los ojos, como en cada una de sus celebraciones en Italia. La pregunta no necesitaba respuesta, como tampoco hubiera hecho falta después de su primera aparición en juego. Pocos minutos antes de plantarse ante Keylor y batirle, aunque con cierta intriga, ya maniobraba en una esquina el área con una facilidad y gracia quizá impropias de alguien que se define como «hombre de área» de casi 34 años.

Por primera vez en toda LaLiga, fue el ‘día de los delanteros’ azulgranas. Marcó Pazzini en menos de un cuarto de hora; y también Boateng, durante su presencia inicial sobre el terreno de juego. Como diría después Muñiz, «no es fácil jugar de ‘9’ en uno de los equipos de abajo»; menos aún para este inclasificable chico ghanés, que había fallado al menos media docena de goles cantados hasta la fecha pero anoche mandó a la red el balón de primeras, desde 30 metros y con varios rivales de por medio.

Después de media hora depresiva, en la que arrastraban las piernas cuales condenados a LaLiga 1|2|3, las galopadas de Morales inyectaron intensidad y solidaridad a los granotas. La actitud fue otra a partir de ese momento, desde el primero hasta el último. Cambios incluidos. Solo faltó el gol Roger para completar la fiesta. Lo tuvo, con un cabezazo a bocajarro antes del 2-2.

Con la llegada del italiano, gana el Levante; y, quizá ni siquiera él lo sepa, también su principal competidor por el puesto en ataque. El acierto del transalpino reporta ya ese punto necesario en la clasificación, y en adelante la tranquilidad sobre la que el ‘pistolero’ debería construir una puesta a punto más pausada y propia de su lesión.

Sube la autoestima y baja la presión, con el derbi de Mestalla llamando a la puerta. A la de Keylor lo hizo Morales varias veces, aunque el ‘Comandante’ no gozó de la pausa o el tino requerido para cada ocasión. Tampoco la tuvo Cristiano, que lo intentó de mil y una forma antes de irse al banquillo sin tanto alguno que celebrar. Festejó Isco el suyo, al poco de salir, después de un exceso de celo de Postigo a la hora de intentar evitar un córner. Sería porque desde la esquina había llegado el 0-1 de Ramos; y, en una acción parecida, el de Camas había estado a punto de repetir. En la segunda, que no en la primera, Oier se mantuvo en su sitio, y enchufados tanto al equipo como al Ciutat.

Así vivimos el Levante vs Real Madrid