Paco López es el nombre propio del Levante UD en el actual parón de selecciones. Un entrenador que, al estilo sin irse muy lejos de lo ocurrido en el Villarreal con Calleja, ha debutado en Primera División por la puerta grande. Más allá de los resultados, esas dos victorias seguidas que le han devuelto la vida al equipo, las sensaciones juegan a favor del de Silla, al que en el vestuario han recibido con los brazos abiertos.

Apenas han pasado dos partidos y, aunque encarrilado, el objetivo de la permanencia aún no está certificado, sino a expensas de esa Liga de cuatro en la que Paco López declaró que los 38 puntos serán sinónimo de trabajo cumplido. Sin embargo, en la recta final ya de la temporada, salta a la vista que los nueve partidos que quedan van a servir para calibrar las posibilidades de que el valenciano pueda encabezar el próximo proyecto desde el principio.

Tanto el club como el entrenador están centrados exclusivamente en la salvación pero ambas partes dan por hecho que se sentarán para hablar del futuro en cuanto el objetivo esté conseguido. Hasta entonces, el técnico continuará igual que hasta ahora, confirmado sólo hasta final de temporada, tal y como en su día se le presentó oficialmente y motivo por el que se fichó a Olaizola como su sustituto para el filial de Tercera.

El contrato de Paco López con el Atlético Levante no tenía ninguna cláusula que incluyese su posible ascenso al primer equipo en caso de destitución de Muñiz. El club, sin embargo, sí que le ha premiado con una mejora económica por el salto de categoría, aunque sin contemplar aún su posible continuidad. Se salve o no, su periplo con el primer equipo es hasta final de curso, aunque en su día firmó dos para el filial.

Después de haber entrado con tan buen pie, de lo que ya no hay apenas dudas es de que, igualmente y pase lo que pase, Paco será el técnico hasta final de curso. Es, no en vano, lo que Tito le comunicó por teléfono la tarde en la que camino de Elda recibió la confirmación oficial de que era el entrenador elegido.

Para entonces su nombre llevaba días sonando con fuerza, en concreto desde que el Consejo se reunió por primera vez tras la debacle con la que saltaron las alarmas en Anoeta. En un mercado que apenas ofrecía remedios convincentes, como hombre de la casa él era el primero. Eso sí, en el entorno del club pululaban candidatos como Caparrós, cuyo segundo de a bordo vio en directo la última derrota con Muñiz y que trató de quemar sus cartuchos.

Decisiones conservadoras

Aunque aún es pronto, lo cierto es que la planificación deportiva del Levante está directamente ligada a la categoría en la que milite el equipo la próxima temporada. Con una temporada más de contrato en vigor, el club no se ha pronunciado para bien ni para mal sobre la continuidad de Tito y Carmelo, director deportivo y secretario técnico cuya labor está en el punto de mira. Con el respaldo del Consejo, ambos tomaron la decisión primero de mantener a Muñiz y tres partidos después de precipitar el relevo. A día de hoy continúan trabajando con miras a su tercer proyecto seguido.

En temporadas anteriores, incluyendo las de la etapa de Manolo Salvador como máximo responsable, el Levante casi siempre fue conservador en lo que respecta a la continuidad de los técnicos en el caso de haber cumplido el objetivo. El único caso excepcional en su segundo año fue el de Juan Ignacio, al que se prefirió no renovar pese a salvarse.