El primer bolo del actual verano nació con un disparo envenenado de Boateng. Fue un cañonazo aristado que necesitó de la mejor versión de Artur Boruc. No fue una acción aislada. Fue una especie de premonición en toda regla de todo aquello que iba a acontecer en los alrededores del perímetro que rodea al gol. La jugada del atacante de Ghana fue clarificadora. El principal ingrediente de la disciplinal del balón redondo capitalizó la atención del duelo que enfrentó a las huestes de Paco López y al Bournemouth en las instalaciones de La Manga, principalmente durante los cuarenta y cinco minutos iniciales. Hay datos que son ciertamente reveladores ante la significación que encierran. Hydman y Defoe, por parte de la escuadra inglesa, y Roger y Boateng ya habían sentido en su interior la efervescencia del gol cuando el cronómetro todavía no se había fijado en el minuto treinta. No había respiro. Ni tiempo para suspirar.

Fue un choque explosivo y burbujeante. Lanzó una seria advertencia Boateng y fustigaba el Bournemouth la meta defendida por Oier. Fue una constante durante el nacimiento del enfrentamiento. Los Cherries avistaban el camino que conducía al gol. No obstante, el ADN irreductible del Levante; ese gen indomable que demostró el colectivo en la recta definitiva del pasado curso, con una remontada legendaria, se materializó en grado sumo cuando se cernían las primeras sombras. Boateng y Roger recondujeron la situación. Fue todo un paradigma de lo que significa instalarse en las cercanías del gol. Los partidos amistosos están desprovistos de la mística y de la heráldica que envuelve a las confrontaciones oficiales, pero eso no significa que estén exentos de trascendencia. Hay componentes que perduran, pese a que el eje de la cronología si sitúe a mediados del mes de julio.

El calor pegajoso y metálico no abrasa la mente de Roger. La raza que exhibe el ariete cuando ancla sus botas a las inmediaciones del área se mantiene incólume. Parece un superviviente que se aferra a la vida cada vez que entra en contacto con el balón en ese espacio del campo. El Pistolero desenfundó en dos ocasiones. Sus gestos de rabia delataron la magnitud y la relevancia de los goles. Al menos, desde un prisma personal. Fue resplandeciente en la ejecución final y perspicaz y sumamente intuitivo en el desmarque. Su alianza con Rochina le permitió voltear el enfrentamiento. La confianza, la seguridad personal y colectiva, y la fe son componentes que se van adquiriendo durante los envites veraniegos. Quizás sea el caso.

Boateng arrancó el nuevo curso con el empaque que evidenció en la despedida del ejercicio anterior. Tuvo gestos de brillantez para armar sus botas y metros por delante para confirmar su alianza con la velocidad. El partido fue una oda al fútbol vertiginoso de ataque; dos equipos sin cadenas que se zarandearon mutuamente. El primer capítulo concluyó con una igualada a tres dianas que la grada celebró con profusión. Como es habitual en el período estival el paisaje mudó completamente en la reanudación. Se trata de repartir minutos democráticamente y de recuperar sensaciones. Paco López fue abriendo el banquillo con sucesivas incorporaciones. Cook rasgó la balanza en los compases finales.

Ficha técnica:

Bournemouth: Boruc, Simon Francis, Cook, Simpson, Daniels, Mahoney, Hyndman, Arter, Fraser, Mousset y Defoe. También jugaron; Begovic, Smith, Goaling, Ake, Brad Smith, Jordan Ibo, Cook, Surman, Pugh, Brooks y King

Levante UD: Oier, Toño, Chema, Roger, Bardhi, Postigo, Rochina, Verza, Pedro López, Boateng y Jason. También jugaron Rubén García, Pepelu, Rober Pier, Doukoure, Sadiku,Coke, Ivi, Cabaco, Samu García, Luna, Campaña, Dani Cárdenas y Espinos

Goles: 1-0. M. 8. Hyndman. 2-0. Min 10. Defoe. 2-1. M. 17. Roger. 2-2. Min 22. Boateng. 2-3. Min 35. Roger. 3-3. Min 41. Simpson. 4-3. Min 84. Cook.

Árbitro: Guillermo Cuadra. Comité Balear. Amonestó con cartulina amarilla a Jason

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