Lo peor que se ha traído Pablo este domingo de La Cerámica no ha sido el disgusto por el gol de Pedraza que le ha costado dos puntos al Levante. Y es que este joven granota de 8 años no olvidará nunca este partido contra el Villarreal del que se ha vuelto para casa con el brazo roto y en cabestrillo. Encima, por "culpa" del que sigue siendo su ídolo, el Comandante Morales, quien de manera totalmente accidental le ha propinado un balonazo durante el calentamiento a raíz de uno de esos ensayos que no cogen portería.

Aunque su padre, Jesús, no tiene claro si ha sido un acto reflejo para protegerse o para coger el balón, Pablo ha puesto la mano de tal manera que ha acabado directamente en la enfermería del estadio. Allí las asistencias médicas le han inmovilizado mediante un vendaje compresivo con el que ha aguantado todo el partido. Y es que, aún con una fractura en el brazo, el joven granota no ha querido abandonar el estadio. Le podía más su equipo que el dolor.

A su regreso a València, sin embargo, la visita al hospital ha sido obligada. Las radiografías han confirmado los peores presagios, así que los próximos días Pablo va a pasárselos escayolado. Eso sí, ahora mismo por lo que está más fastidiado es por la victoria que se ha escapado. A Morales, por cierto, no le guarda ningún rencor. Al contrario, está deseando hacerse con su camiseta.