Un mes sin ganar. Concretamente desde la visita a Balaídos el pasado 16 de febrero. Y en ese tiempo, el Levante no ha cambiado su situación en exceso. De hecho, la jornada 24, la del 1-4 ante el Celta, terminó con los de Paco López. Ahora, el parón de selecciones llega con un margen de seis y con la sensación de que el calendario en casa permite mirar al futuro con cierto optimismo. Eibar, Huesca y Espanyol son los tres próximos rivales en casa y ante ellos está más de media permanencia. En definitiva, la situación es delicada por la exigencia de un equipo que incluso soñó con Europa, pero no es dramática. Hay tiempo para la reacción.

En el último mes, el VAR ha golpeado fuerte a la moral de un equipo que empezó a sufrirlo ante el Real Madrid. Aquella famosa patada al viento de Doukouré acabó con Bale batiendo a Aitor Fernández y abriendo una herida que semana a semana era más profunda. Así fue en Leganés, donde de manera incomprensible el colegiado del choque pitó antes de tiempo en un golazo de Coke Pero no fue así. Y para colmo ante el Villarreal el golpe fue más duro. Derrota, tres puntos perdidos en casa y sensación extraña en un bloque que estaba haciendo méritos para puntuar pero que no lo hacía por culpa de los arbitrajes. Por ello el viaje a Anoeta se antojaba más importante. Porque el parón de selecciones podía provocar que el cuadro granota se acerca a la zona de descenso, pero tras la derrota de Celta en el Bernabéu, Rayo Vallecano en la Cerámica y Huesca en Vitoria, el contexto no solo no ha empeorado, sino que es mejor que hace una semana.

Ahora el descenso está a seis con el golaveraje ganado contra el Celta, el equipo que marca la zona de descenso. El calendario además invita a ser optimisitas. Eso sí, el grupo tiene que empezar a sacar resultados positivos en Orriols, donde ha conseguido un punto menos que a domicilio (16 fuera, 15 en casa). Por ello, los duelos ante Eibar, Huesca y Espanyol en el Ciutat de València se convierten prácticamente en tres finales para cerrar la permanencia.

Además, con el ritmo de puntos actual parece improbable que la salvación se marche a los 42 puntos, una cantidad fijada en el vestuario granota para lograr la permanencia. Sin embargo, los equipos de abajo han comenzado a fallar más de lo habitual y a diez jornadas del final tendrían que lograr más de la mitad de puntos en juego para llegar a esas cifras. El Rayo es el que más ha bajado el ritmo. Después de cuatro victorias y un empate, los de Míchel han perdido los últimos siete duelos. El Celta por su parte solo ha ganado un partido de los últimos 13 encuentros y el Huesca, actual colista, solo ha ganado al Sevilla desde el pasado 18 de febrero. Por todo eso, el cuadro de Paco López debe afrontar el parón como una oportunidad para refrescar la cabeza y las piernas y no como un periodo donde aumenten las dudas.