Todos los focos apuntan a Jason Remeseiro. El futbolista del Levante UD disputa este domingo su último Derbi del lado granota y lo hace en el que será su nuevo estadio a partir del próximo 30 de junio. El gallego es un tipo al que le van las emociones fuertes al punto que cuando trascendió a los medios de comunicación su marcha al Valencia CF lejos de sentir la presión en una situación de alta tensión -le quedaban cinco meses de contrato por delante- supo disfrutar del momento. No le atora la controversia ni tampoco la crítica. Jugar en Mestalla, del mismo modo, no supone ningún conflicto emocional para Jason. Ni siquiera en un contexto de plena necesidad como el que vive ahora mismo el Levante UD. Por un lado se siente motivado por mostrarse por primera vez desde que se acordó su fichaje ante la que será su nueva afición de aquí a tan solo once semanas pero ese estímulo conjuga con la responsabilidad por lograr la permanencia granota.

Su situación puede resultar compleja de comprender -su relación con los dirigentes es tensa y a medio plazo es cierto que piensa en blanquinegro- pero la realidad es que en el día a día el jugador está integrado y metido al máximo con sus compañeros para cerrar el ejercicio de la mejor forma posible. Primero por una cuestión de profesionalidad, segundo por la ilusión de salir bien del Levante UD -complicado, aunque con el paso del tiempo confía en que la afición granota se quedará con lo bueno- y después por Paco López. Su respeto, cariño y compromiso con el técnico de Silla es total. Su sinceridad, su confianza y su apuesta contra corriente han dado otra dimensión a una relación que ambos comenzaron a tejer en la etapa que compartieron en el filial del Villareal. Paco se ha mojado mucho por Jason, al nivel que él decidió coger el toro de su renovación por los cuernos como un asunto casi personal cuando en el Levante UD ya habían quemado todos los cartuchos y lo daban por perdido.

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Incluso habiéndose comprometido ya con el archirrival de la ciudad el técnico ha decidido seguir poniéndolo. Primero fuera de casa y ahora también en el Ciutat. Su reencuentro con la parroquia granota, resuelto en división de opiniones ante el Huesca, se produjo anteponiendo los intereses colectivos a cualquier otra situación y ese mismo espíritu define la mentalidad de Jason ante el Derbi, que para más morbo puede cumplir su partido número 100 con el Levante UD en Mestalla. No se esperan precisamente homenajes, pero el guiño del destino tiene lo suyo. De su debut con Caparrós a los diecinueve años a su temporada con diez goles en Segunda, la tirantez de las relaciones con la planta noble del Ciutat su adaptación a la posición de carrilero o su marcha al Valencia CF.

Jason se pone a cien y salvo que Paco López decida lo contrario el valencianismo lo escrutará como uno de los fichajes para la próxima temporada. Salvo sorpresa, eso sí, Mestalla no va a ver al mejor Jason. El hecho de haber dejado de jugar con continuidad por su ausencia en los partidos de casa a lo largo de los dos últimos meses ha provocado que haya perdido ritmo de competición, algo que se nota especialmente en la falta de chispa, en algunas pérdidas o en los marcajes. Para contrarrestar esa inactividad lleva un tiempo trabajando con un profesional externo al Levante UD con el objetivo de potenciar su físico para ayudar hasta final de curso y llegar como un toro a la pretemporada en Paterna. El gallego, pretendido por Sevilla, la Premier y la Bundesliga ante su fin de contrato, ha seducido a Pablo Longoria y Mateu Alemany por potencial, conocimiento de LaLiga, mentalidad, energía y golpeo dinámico -capacidad para pasar, centrar o golpear en carera sin necesidad de parar- y serán los fichajes y su adaptación los que definirán su posición en el campo pero en el Valencia CF proyectan su explosión en el flanco derecho, bien como extremo, lateral o carrilero. Este Derbi es tan especial para él que hasta Mestalla acudirá un amigo suyo desde Nueva York.