Hasta de acordarse de Chumi hubo tiempo en la celebración de la expedición granota, que se propagó desde Montilivi hasta el vuelo de regreso a València, y más allá. En el Ciutat de València, pasada la medianoche del pasado domingo, había 200 aficionados esperando a Paco López y sus jugadores, quienes alargarían la velada justificadamente en una céntrica discoteca. En el aeropuerto de Girona, igualmente, una decena de los seguidores desplazados a Gitona habían festejado la conquista del objetivo y se habían llevado un pequeño recuerdo de regalo: los utilleros repartieron alguna camiseta y hasta toallas del Levante a los presentes.

Sobraban motivos para el festejo y ganas de guasa. Y no faltaron las botellas de cava para brindar, ni cánticos de todo tipo. «Una cervecita fresca, que el Levante ya está aquí», entonaban al subir al avión los jugadores, cuyas primeras muestras de efusividad habían coincidido con el pitido final en Montilivi. Sobre el césped, primero formando una piña grupal y después en la esquina en la que estaba situada la afición visitante, habían liberado ya adrenalina después de una permanencia muy sufrida.

Himno, lágrimas y recordatorios

No faltaron el himno del Levante ni el preceptivo por el paso por las duchas, ropa incluida, de más de un miembro de la expedición. Paco, emocionado, no perdería la oportunidad de compartir la alegría con su mujer por teléfono y en la sala de prensa. De la misma forma, Quico tenía que contener las lágrimas al hablar en la distancia con su padre y consejero Pedro Catalán; ambos se reencontrarían en Manises, donde a la expedición la esperaba un primer comité de bienvenida.

Pared con pared con la sala de prensa, la celebración en el vestuario se coló en los micrófonos durante las comparecencias públicas de los técnicos de ambos equipos. Eusebio, como el de Silla, apareció visiblemente conmovido; en su caso, por no haber logrado el propósito y dejar el Girona virtualmente descendido.

Pilotaje de Vezo y consuelo para Róber

Vezo fue testigo de excepción tanto del aterrizaje (con el Ciutat iluminado de fondo) como del despegue, movido tanto o más como lo ha sido la temporada de los de Orriols. El portugués tuvo la oportunidad de compartir esos instantes con el piloto, en cabina, mientras el resto de la tripulación esperaba noticias sobre el posible cambio de horario del último partido. Hasta el miércoles, merecidamente, la plantilla azulgrana gozará de descanso. Róber, a quien el 'coach' Juanmi Bernat intentata aportar apoyo psicológico, combinó la alegría de la permanencia con el dolor por su grave lesión de rodilla.