Carlos Aranda, uno de los detenidos este martes en la operación Oikos, tuvo un paso fugaz por Orriols. El malagueño, acusado de formar parte de una organización criminal dedicada al amaño de partidos para obtener beneficios en apuestas deportivas, apenas jugó 12 partidos en media temporada antes de marcharse al Zaragoza a cambio de 100.000 euros en el mercado de enero. Sin embargo, aquella corta estancia no fue óbice para que cuatro meses después de su salida, concretamente el 2 de mayo de 2012, visitara el hotel de concentración granota el mismo día del Zaragoza-Levante (1-0). Una de las muchas visitas de exjugadores que se producen en los desplazamientos pero que a diferencia de otras no pasó desapercibida en el seno de la expedición.

Con el equipo entonces dirigido por Juan Ignacio jugándose la clasificación para Europa y los maños el descenso, la presencia de Aranda, que estaba lesionado para el partido que se disputaría por la noche, levantó muchas suspicacias y generó un abierto malestar entre buena parte de la expedición. Y es que sin que nadie formulara acusación abierta alguna, lo cierto es que entre los desplazados cundió la sospecha de si entre las idas y venidas de Aranda, que volvió dos veces la misma mañana al hotel, no se escondía algún interés oculto. De hecho siete años después es un capítulo que no se ha olvidado. Aquel partido entre Zaragoza y Levante, posterior al que está investigándose de 2011, terminó con la derrota de los levantinistas por la mínima y sin nada extraño en apariencia.

El día de autos Aranda, más allá de saludar a miembros de la expedición, estuvo la mayor parte del rato y a la vista de todos en el hall con su paísano y amigo Juanlu, a la postre salpicado un año después por el caso Barkero que desató una investigación por parte de Anticorrupción sobre el Levante 0-4 Deportivo. En el programa 'El Larguero', el entonces jugador levantinista dio explicaciones sobre unos mensajes en poder de la policía: «En tono jocoso le dije a Aranda (entonces en las filas del Granada y peleando por la permanencia) si nos daba algo por ganar y él me respondió que si estaba de cachondeo, ahí queda todo».

Juanlu, sometido a un tercer grado, aportó su versión de lo ocurrido: «Hablamos de mil cosas, eso está sacado de contexto, hay que cortar de raíz todo lo que ha salido. Habrá que esperar a lo que diga la policía». Una vez acabada la temporada, el Levante le rescindió el año de contrato que le quedaba, igual que hizo con Sergio Ballesteros. Entonces el club tampoco renovó a Munúa, que acababa contrato, aunque Caparrós sí que pidió la continuidad de Juanfran, el único de los cuatro acusados por Barkero que había seguido jugando con Juan Ignacio.