Aquellos a los que la memoria les alcance para remontarse casi nueve años atrás, seguro que el sábado recordaron aquella funesta víspera de Nochebuena en la que el Levante se llevó ocho goles del Santiago Bernabéu. Aunque sin las rencillas entonces pendientes, el Real Madrid fue una apisonadora durante los primeros 45 minutos ante un rival hecho un guiñapo, motivo por el que quien más y quien menos se temió una goleada de bulto como la de aquel partido de Copa. Tuviese o no constancia de este antecedente, el primero en dar la voz de alerta fue Paco López, que al descanso espoleó a sus jugadores con una charla más anímica que táctica. El míster dejó claro que, con tres goles en contra, o cambiaban radicalmente o se llevaban la del pulpo si seguían haciéndolo todo tan de pena. «Tenemos que salir como si empezásemos otra vez cero a cero», les dijo Paco, muy contrariado de puertas para adentro con el desastre vivido, si bien a nivel táctico todavía tardó en prescindir del 3-5-2 con el que la defensa estaba haciendo aguas.

Pese a haber dedicado gran parte del parón de selecciones a trabajar el sistema con tres centrales y carrileros, el equipo no asimiló bien defensivamente el cambio. El Madrid encontró un filón por los costados para abrir el marcador, amplió su ventaja con dos tantos a la contra y apenas pasó apuros atrás después del intercambio de golpes de los primeros minutos. El Levante, sin que Morales ni Mayoral encontrasen su sitio, no tuvo llegada y con Campaña especialmente apagado fue incapaz de encadenar tres pases. Precisamente los que formaron la pareja de delanteros hasta que entró Roger fueron los que más indicaciones tácticas recibieron en la charla del descanso. Y funcionó.

Mayoral recortó distancias nada más arrancar el segundo acto y Morales. Con Roger en el campo y una presión mejor ejecutada, el Levante logró que el Bernabéu pidiera la hora cuando por dos veces estuvo a punto de empatar en el añadido.

Para llegar vivos al final, el actor principal fue Aitor con sus paradas. El Madrid, al que anularon un gol milimétrico, desperdició sus ocasiones para sentenciar y bajó el pistón descaradamente conforme Zidane fue reservando a sus pilares pensando en la Champions. Ante la ausencia de Casemiro, Campaña y CasemiroMelero y, sin Benzema, Vezo tuvo vía libre para subir a rematar y rozar el premio para un equipo que no se rinde.