Después de malgastar la primera mitad, el Valencia se desperezó a tiempo de reivindicar en la segunda su papel de favorito en el Derbi y reconquistar después de ocho años el territorio prohibido del Ciutat. El Levante, pese al espejismo del principio, fue víctima de sus heridas, mortales de necesidad en el centro de la defensa, si bien las constantes vitales no empezaron a fallarle hasta el gol de Roger en propia al borde del descanso.

Cuando el partido entró definitivamente en una fase en la que los puntos iban a dirimirse corriendo al galope, Gameiro emergió de las profundidades en las que había estado hundido para romper a los espacios. Las cosas se pusieron tan de cara para los de Celades como horribles para el equipo de Paco López, al que de golpe y porrazo le entraron todas las dudas. El francés, autor de dos goles, acabó dándole la vuelta al resultado y de paso también la razón a Celades, pese a que el escenario previsto para su titularidad no se dio hasta que el entrenador deshizo otra vez sus pasos sobre la marcha para volver al 4-4-2 y desatar el nudo del trivote.

Roger fue el protagonista absoluto de la primera parte

En un eléctrico abrir y cerrar de ojos, el Valencia dejó las cosas en su sitio después de que todo empezase del revés. Del Levante curtido y con el estoque en la mano del inicio se pasó a uno absolutamente a contracorriente en el que se evidenció la cruda realidad de una defensa cogida con alfileres. Y del Valencia desacompasado se pasó también a uno armonioso que supo interpretar que el partido, más allá del factor sentimental, estaba tan roto como los cinco centrales de la plantilla granota. Parejo y Coquelin, sin brío y pensando en el Ajax, tardaron en descrifrar el guion del día.

A los 20 minutos, sin necesidad de que hubiese mucha tralla, el Levante ganaba 2-0. Al Valencia, sin embargo, le sobraba con apelar a su fútbol y de hecho cuando lo hizo fue coser y cantar. A diferencia del lesionado Cillessen, Jaume Dómenech deshizo una ocasión clara de Morales nada más volver de la caseta y a partir de ahí, con Rodrigo y Gameiro corriendo y Parejo lanzándolos, el Levante se deshizo como un azucarillo.

La afición animó durante todo el encuentro

Miramón, con un error en la entrega, firmó el acta de defunción del Derbi. El único camino a esas alturas era la épica o rezar para que el Valencia volviera a atascarse y que dejara así de airear su mayor talento por el centro y los costados. Pero, aunque existen, los milagros no ocurren todos los días. Paco López, que puesto a improvisar optó por no desmontar su línea de medios, montó a la desesperada un eje defensivo con dos neófitos: Coke, que nunca había sido central con defensa de cuatro, y Eliseo, que a sus 22 años nunca había jugado en Primera División. El primero, con tarjeta desde el minuto 7, se fue directo al hospital por un balonazo. El segundo acabó expulsado.

Lluvia de goles en el Ciutat

Para cuando recuperó el flujo de juego con el cambio de sistema, el Valencia ya había pagado caros dos errores individuales: uno de Cillessen, que se volvió a comer un gol por su palo, y otro de Parejo, pese a que el derribo, muy polémico, fue al límite del área. El Levante, con más brío, mordía en cada balón dividido, sin miedo a las amarillas y hasta suspirando de alivio cuando Medié, que disgustó a todos, pasó por alto la que podría haber sido la segunda de Rochina. En la portería de Aitor, ni Gameiro ni Rodrigo ni Garay pudieron conseguir lo que Roger, con un desafortunado despeje. Las penas van por barrios y así como el Valencia arranca siempre mal, el Levante nunca deja de encajar un gol a balón parado. La incidencia del Pistolero, autor de un doblete en su vuelta al once, quedó en nada. La alegría del Levante al principio fue la del Valencia al final.

Los goles, los problemas defensivos y la polémica, en imágenes

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