Hay un antes y un después para todo y el del Levante, ahora que toca pasar revista al año que se termina, fue a finales de octubre. Concretamente el 27, día de la derrota contra el Espanyol, la última de momento en un Ciutat de València que aquella tarde vio cómo saltaba en mil pedazos una inmaculada racha de 10 jornadas sin perder en casa. Fueron las crónicas más críticas de la temporada. Sin embargo, por eso de que no hay mal que por bien no venga, con el tremendo varapalo y todo lo que conllevó después el equipo tocó fondo y de ahí no ha hecho otra cosa que ir para arriba. Lo que viene siendo el paradigma de las derrotas útiles.

El propio Paco López, haciendo balance de 2019 con SUPER. reconoce sin tapujos que, sino el que más, aquel partido marcó con diferencia uno de sus peores momentos en el banquillo: «Nos sirvió a todos para crecer. Nunca hemos dudado de nuestra capacidad ni de la necesidad de trabajar duro, pero los últimos retos a los que nos enfrentamos se han asumido con la fortaleza necesaria. El equipo no se vuelve a caer y cree más en sí mismo».

El míster de Silla es consciente de que más allá de haber vuelto a perder partidos, por ejemplo en Bilbao y en Getafe con una segunda mitad también para olvidar, las sensaciones nunca han sido tan negativas como la tarde en la que Campaña se retiró cabizbajo, a punto de romper a llorar por la impotencia. Las declaraciones de Coke respecto al «runrún» de la afición fueron el colofón final a la ceremonia de la confusión. «Nos sirvió a todos, al cuerpo técnico el primero para muchas cosas, y al vestuario también. Pero cuando hablan de falta de carácter de equipo, eso no lo creo», asegura.

Pese a tratarse de un equipo indescifrable muchas veces por definición, las señales en el arranque de curso no estaban siendo nada buenas. Los resultados se demostraban mejores que las sensaciones y alrededor del equipo se había instalado una sensación de autocomplacencia que empezaba a generar dudas. La renovación del propio técnico, pactada desde tiempo atrás, estaba metida en un cajón bajo llave a la espera de un contexto mejor en el que anunciarla, algo que no ocurriría hasta mediados de noviembre.

Las dudas, en un cajón

Para que el Consejo de administración aprobase por unanimidad el acuerdo al que el presidente había llegado con el técnico hasta 2022 a cambio de unos hitos por objetivos no quedó otra que esperar a que las aguas volviesen a su cauce. Del infierno se pasó a tocar el cielo con la victoria contra el Barça. Quedaban definitivamente atrás todas las dudas sobre las que el propio Paco había sido preguntado varias veces en rueda de prensa. «No sé si había consejeros que no estaban convencidos. Es algo de lo que no me gusta hablar». Y es que el 0-1 del Espanyol, que llegaba a Orriols como colista y apenas ha vuelto a ver la luz desde entonces, había disparado las dudas.

En el epicentro de la reacción estuvo la charla del día siguiente en Buñol, tal y como admitía Paco López en la previa del partido contra la Real Sociedad, el primero de la reacción con la que los granotas van a despedir el año en un momento excelente y encima con margen de mejora: «Estuvimos muy mal en todos los aspectos. Ahora tenemos que hablar en el campo». De puertas para adentro nadie se dejó nada. «Tuvimos una charla muy extensa en el vestuario, se dijeron cosas muy importantes ahí adentro para el futuro inmediato y a veces es necesario que pasen este tipo de cosas. Lo importante es que hay comunicación y decir las cosas tal como son».